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Morelia, Michoacán

Este año no hubo gritos. En el enjaulado Centro Histórico, la inauguración del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se realizó sin los tradicionales alaridos de fanáticos que aplauden a cuanto (presunto) famoso transita por la alfombra roja.

A lo lejos del teatro Mariano Matamoros, los policías observan aburridos y con desgano; un poco más cerca, a un costado, los trabajadores del Virrey de Mendoza, que desde hace dos años están en huelga, completan la desanimada escena con absoluta indiferencia.

Vallas y más vallas. Algunos dicen que son para evitar las aglomeraciones y seguir respetando los protocolos contra el covid, pero hay quien no duda que son para evitar que la marcha de Poder de Base, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) arruine la fiesta cinematográfica.

Pero los profesores no se ven dispuestos a boicotear el glamur de la noche. No se acercan a la barricada policial y desarrollan su mitin con consignas que llegan apenas como un ligero eco a las afueras del teatro. Un apaciguado “Venceremos” pone fin a su jornada de lucha magisterial.

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Al vicepresidente del festival, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, poco le interesa lo que sucede a las afueras de Catedral. Se le mira estresado, con un puño de acreditaciones en la mano. Saluda a los invitados, se acomoda el rebelde cabello y mira de vez en cuando la fachada del Matamoros.

Hay una pregunta obligada por parte de la prensa y el fundador del festival lo sabe. “¿Estás contento con el teatro?”, se le cuestiona una y otra vez. “No lo conozco”, responde y busca finiquitar el tema:

“No es una herencia mía, a mí simplemente me dieron la responsabilidad de iniciar la obra en la administración estatal de Leonel Godoy, pero luego le siguieron los demás gobiernos”.

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En la alfombra hay poco movimiento. Algunos reporteros dudan. “¿Quién es ese?”, se vuelve una pregunta constante, mientras los fotógrafos disparan al cualquiera que camine por ahí. Los más especializados en la materia reconocen a Eugenio Caballero, director de arte mexicano que ya se hizo acreedor a un premio Oscar por su colaboración en la película El laberinto del Fauno, del cineasta Guillermo del Toro

-Eugenio, con el streaming, ¿hay futuro para el cine?

“Mira, esto es como la música, los formatos van cambiando, pero creo que siempre habrá público para todo, a lo mejor más selectivo. No tengo duda de que se mantendrá la experiencia de apagar las luces y dejarte llevar en este sueño que es el cine (…) Yo no estoy en contra de los avances. Lo que sí, es que eso no significa abaratar nuestras ideas”.

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Tras el paso de Eugenio por la alfombra, llama la atención una mujer de no más de 1.55 metros de estatura. El primer fotógrafo que la identifica no duda en levantar el grito: “¡Natalia, por acá!”.

La cantante saluda, sonríe y se acerca para hablar con los medios, pese al protocolo apresurado de los organizadores.

Lafourcade deja de lado el tema de la música y se enfoca en hablar sobre su participación en Annette, cinta que está siendo presentada en el festival y en la que colaboró con el actor Adam Driver:

“Es una historia increíble de Leo Carax. Todos sus trabajos sacuden el alma, las emociones, te dejan sin aliento, son super artísticas. Para mí era un privilegio estar ahí, que se me abriera esta posibilidad”.

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El último en llegar a la cita fue el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla. Al percatarse de su presencia, por primera vez Cuauhtémoc Cárdenas Batel corta de tajo una entrevista. “Si quieres luego hablamos, mano”, le dijo a un resignado reportero.

Tras los políticos saludos y las respectivas fotografías, ingresaron al recinto. En los portales de alrededor, los pocos morelianos que resistieron a la distancia hasta el último minuto, también se resignan. Bajan el celular y se pierden en los alrededores de la jaula.

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