Morelia, Michoacán
A siete años de distancia, Fausto Vallejo reconoce que fue un error de su gobierno haber transferido en 2014, al entonces presidente Enrique Peña Nieto, la responsabilidad de rescatar a Michoacán de la delincuencia organizada.
“Nunca debí de haber transferido una responsabilidad o confiado en el presidente de la República en materia de seguridad; nunca lo debí haber hecho”, se sincera el ex gobernador de Michoacán, en entrevista que concedió a Primera Plana MX y a la comunicóloga Estrellita Fuentes.
El cuatro veces presidente municipal de Morelia, afirma que en la persona del ex comisionado federal Alfredo Castillo “nos mandaron a la peor basura del Estado de México”.
“Sí resolvió el problema, sí bajó la criminalidad en forma impresionante, sí se acabaron los cobros hacia los ayuntamientos, sí se encarceló a mucha gente, pero abusó. Yo tuve diferencias con él”, sostiene Vallejo.
¿Qué sabor le deja ese gobierno donde usted navegó con diferentes adversidades, una de ellas el tiempo?
Es agridulce. Y una de las principales inconformidades que tengo es conmigo mismo por haberme enfermado, y el estado requiere a una gente sana. Haberme enfermado trastocó una serie de situaciones.
Pero hicimos todo el esfuerzo; fue un gobierno honrado. Tuve un gabinete competitivo, pero nunca debí de haber transferido una responsabilidad o confiado en el presidente de la República en materia de seguridad; nunca lo debí haber hecho.
El ex mandatario estatal reconoce que en aquella intervención federal se logró el abatimiento o captura de líderes delincuenciales que tenían asolada a la entidad: Nazario Moreno ‘El Chayo’; Enrique Plancarte ‘El Quique’; Dionisio Loya ‘El Tío’, y Servando Gómez ‘La Tuta’, por mencionar a los más mediáticos.
Sin embargo, asegura y repite, Castillo abusó.
“Recibimos el estado en una situación verdaderamente lamentable, con una crisis de seguridad y una crisis financiera impresionante, en donde no teníamos ni siquiera para la gasolina de las patrullas.
Veníamos de los famosos granadazos en la administración pasada con Leonel Godoy. Surgen (en 2013) las autodefensas como inercia de esa inseguridad (…), y es que cuando dejas crecer algo, como los tumores, obviamente sabemos lo que resulta”, narra.
Para Vallejo, el levantamiento de civiles armados en su gobierno, fue un grito de alerta que “de alguna forma le ayudó a Michoacán”.
‘Jara, un verdadero títere‘
Vallejo, quien llegó a laborar como subdirector de Investigaciones Políticas y Sociales para el ex Secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, narra los momentos que se vivieron, desde las entrañas de su gobierno, cuando las autodefensas se habían diseminado ya por 36 de los 113 municipios de Michoacán.
Eran tiempos en los que, el cártel hegemónico de la época, había infiltrado los cuerpos policiacos y a gobiernos; cobraba cuotas y extorsiones en diversos sectores productivos, quemaba negocios si sus dueños se resistían a pagar y grababa a políticos en reuniones con ‘La Tuta’.
“Yo le planteo al presidente Peña que no nada más era cuestión de soldados, sino también de desarrollo, de tejido social, carreteras… Entonces se llega al acuerdo de nombrar un comisionado, lo cual yo lo acepté.
“Cuando se nombra la figura de un comisionado, creo que eso fue correcto, nada más que de comisionado nos mandaron a la peor basura del Estado de México, y abusó.
Sí resolvió el problema, (Alfredo Castillo) sí bajó la criminalidad en forma impresionante, sí se acabaron los cobros hacia los ayuntamientos, sí se encarceló a mucha gente, pero abusó. Yo tuve diferencias con él”, relata.
¿En qué consistían esos abusos?
Fueron con este señor, creo que se llama Jara, quien se vuelve un verdadero títere (…) Había un derroche por parte del grupo que llegó del Estado de México, con casas en Tres Marías, con rentas de hasta 120 mil pesos.
Por eso yo decía que había qué poner un muro, pero para que ya no entraran los del Estado de México. La mala experiencia que tuvimos fue tremenda.
‘La suerte’ de Bedolla
El también exdelegado del PRI en Colima, Tabasco y Chihuahua, rememoró el momento en que decidió dejar la gubernatura, faltándole un año para cumplir su mandato y luego de que en las urnas había derrotado, en 2011, al perredista Silvano Aureoles y a la panista Luisa María Calderón.
“Me vine de la convalecencia muy rápido, mi desesperación era brutal estando en Estados Unidos; me tuve que operar allá por necesidad y gracias a un cuñado que es médico y tiene clínica allá”, declaró.
“Mi desesperación era muy fuerte, entonces me regresé y me apresuré. Me sentía mal. El doctor Alan Contreras, de nutrición, me dijo ‘oiga, gobernador, necesita reposar porque no le va a servir a usted mismo, a su familia y a su estado’. Eso y otras complicaciones me hicieron tomar la determinación de presentar mi renuncia.
Fui con Peña Nieto y con (Migue Ángel) Osorio Chong (secretario de Gobernación), y les dije. Me dijo Peña ‘Fausto, espera indicaciones, vamos a estar al pendiente de ti’.
Yo sólo pedí que el nuevo gobernador fuera priista, michoacano, etcétera. Nombran a este señor Jara, de quien tengo una pésima impresión”, detalla.
¿Usted tenía a alguien más en mente?, ¿lo propuso?
“No, debía de ser respetuoso”, ataja.
Ahora, y en la víspera de que concluya el gobierno silvanista, Vallejo recomienda al gobernador electo, Alfredo Ramírez Bedolla, “que se fije muy bien” al conformar su gabinete, y en especial a los titulares de Gobierno, Educación y Seguridad.
“Yo creo que él es una gente honrada; no es frívolo. Que tenga un buen equipo, que se fije muy bien”, propone el ex mandatario.
Vallejo sabe que Bedolla no se había preparado para este reto. Y es que, por circunstancias de la política, Morena lo designa candidato sustituto al caerse la postulación de Raúl Morón, en los pasados comicios de junio.
Eso, dice el priísta, se llama suerte.
“Maquiavelo hablaba de la fortuna, que es la suerte. Antes se decía que la política debe tener ciencia, paciencia, constancia y circunstancia; ahora ya vi que las tres primeras no sirven. Es la suerte”, reflexiona.