Opinión
Así que, de ahora en adelante, ya no hay lugar para las especulaciones y las interpretaciones, ya es una verdad incontestable, a confesión de parte, relevo de prueba, todo lo que diga y haga el régimen de la Cuarta transformación, será para ganar votos, ya está en campaña. Lo anunció quien funge en los hechos como dirigente del Partido Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador, dio nombres (hasta con un addendum) y los autorizó (¡!) a realizar actividades proselitistas.
Los tiempos de campaña, las normas y las autoridades electorales, al carajo, ahora es el presidente de la república el que otorga o cancela las actividades y los permisos para el ejercicio de los derechos ciudadanos. “No somos iguales”, ha dicho reiteradamente el presidente de la república y, en efecto, en varios aspectos que vienen a mi memoria en este momento, son peores.
Los presidentes de la república del PRI, con todo y sus tapados, mostraban cierto recato: el anuncio del elegido corría a cargo de alguien que tenía o decía tener, cierto liderazgo popular, por ejemplo, Fidel Velázquez, que era el líder de la CTM o Augusto Gómez Villanueva, quien era líder de la CNC y al cual hasta le dijeron “el Pío Marcha de la CNC” por andar destapando a Luis Echeverría. Pero todo eso se acabó. Ahora, fuera inhibiciones de los viejos conservadores, ahora cuando “somos diferentes”, es el propio presidente de la república, personalmente y en foro pagado con impuestos de los mexicanos, quien dicta su lista de favoritos. A tomar nota.
La ciudadanía, pues, está debidamente avisada, no se puede llamar a engaño y deberá estar prevenida: todo lo que se haga a partir del anuncio del presidente de la república por parte de los precandidatos y sus equipos de campaña que abarcan a toda la clase política morenista y a sus aliados, estará destinado a arrancarle su voto en 2024 para que la camarilla en el poder, siga en el poder. Será la prioridad de prioridades. Ni crea que se tratará de buscar el desarrollo económico del país, que haya más producción, para que haya más empleo, mejores salarios, más consumo y más obra pública, nada de eso, se instrumentarán desde el poder y con el dinero de todos los mexicanos, mecanismos urdidos para azuzar el voto hacía uno u otro precandidato. Nada más.
Y como burla sangrienta, Mario Delgado, el dirigente formal de Morena, declaró el pasado 13 de julio a El Universal que “en Morena no se lucha por puestos o privilegios, sino por el proyecto de transformación y por regenerar la vida pública del país, por lo que seguirá siendo el pueblo el que decida quiénes serán sus candidatos”. Pues, pocos o ningún resultado se ha obtenido en “regenerar la vida pública del país”, ya que ahora hay más pobres que cuando inició la Cuarta Transformación y los pobres que hay, son más pobres que antes; lo que sí hay menos, indudablemente, es clase media, se ha arruinado. Si ya estamos felices, felices, felices y vamos requetebién como consecuencia de la acción salvadora de los morenistas, ¿por qué no se retiran las ayudas que con valor de 300 mil millones de pesos se entregan a la gente cada mes? Si fueran ciertos los alardes de los políticos morenistas las ayudas para el bienestar resultarían superfluas ¿o no?
En México existe una grave crisis económica, hay masacres todos los días, hay desconfianza financiera y empresarial, hay impunidad, ineptitud gubernamental y existe un gravísimo colapso del sistema de salud. Ante esta realidad, imposible de ocultar, el presidente de la república hace declaraciones dando a entender que nada pasa. Son de atender, registrar y conservar sus declaraciones recientes sobre la “normalidad” en que dice que vivimos. Veamos.
“Se reinician las clases a finales de agosto en todo el país -dijo hace unos días- no vamos a tener para entonces problemas de contagios que puedan poner en riesgo a los niños, jóvenes, maestros y maestras y al personal educativo porque está demostrado que la pandemia afecta a las personas mayores”, dijo en la mañanera. La mentira como arma de subsistencia de la 4T. La verdad cruda es que la pandemia ataca intensamente de nuevo, por tercera ocasión.
En efecto, puede engañarse al pueblo de México porque se dispone de toda una batería de medios de comunicación para la agresión ideológica, pero es muy difícil engañar al gobierno norteamericano con eso de que no vamos a tener problemas de contagios. Vea usted otra vez: La Secretaría de Relaciones Exteriores acaba de informar que el gobierno estadounidense le notificó sobre su decisión de extender el cierre parcial de la frontera, hasta el 21 de agosto próximo. Nuestros vecinos no caen en la trampa.
Pero no es todo. ¿Es cierto que “no vamos a tener para entonces problemas de contagios que puedan poner en riesgo a los niños, jóvenes, maestros y maestras y al personal educativo porque está demostrado que la pandemia afecta a las personas mayores”? No responderé yo. Dejo la palabra a la Dirección General de Epidemiología (DGE) de la Secretaría de Salud que señala en La Jornada del 21 de julio que “en México poco más de un millón de jóvenes de 20 a 39 años se han contagiado de Covid-19, de ellos, el grupo etario de 30 a 34 años ha sido el más afectado, con 279 mil 606 casos reportados hasta el pasado 5 de julio, lo que representa 11 por ciento de todos los contagios detectados hasta la fecha; en este grupo poblacional se han presentado cuatro de cada 10 casos confirmados del virus SARS-CoV-2, tendencia que se mantiene en aumento”. Contundente la respuesta. Pero, claro, siempre quedará el manido recurso de “yo tengo otros datos”; pues sí, sólo que los que aquí consigno, son los del gobierno que encabeza precisamente Andrés Manuel López Obrador.
En fin, ahí están, ya tomando velocidad las campañas electorales de los escogidos por López Obrador. Habrá que ver qué ofrecen. Cuáles podrán ser las obras insignia que anuncian para sus posibles gobiernos y si absorberán buena parte de los recursos de que dispone el gobierno para invertir en obras de desarrollo, como hasta ahora ha sucedido. ¿Prometerán administrar el Tren Maya hasta colocarlo como una de las más grandes atracciones turísticas del mundo? ¿Qué dirán de las ayudas para el bienestar que no han ni siquiera disminuido la pobreza? ¿Las mantendrán? ¿Las ampliarán, por ejemplo, a todos los trabajadores que están en el empleo informal? ¿Bajarán otra vez la edad necesaria para que los adultos mayores reciban ayudas, por ejemplo, a 60 años? ¿En qué porcentaje prometerán aumentarlas para atraer votos? ¿Seguirán los elegidos siendo cuatrotetistas o se deslindarán y la darán por concluida? En fin ¿hasta dónde, hasta cuándo va a llegar la manipulación y el engaño de la clase dominante, si el pueblo unido, organizado y consciente no les pone fin?