Morelia, Michoacán
Una de las atracciones turísticas más notables de Michoacán es, sin dudas, el templo del Señor de los Milagros, del poblado de San Juan Parangaricutiro, sepultada en 1943 por la primera erupción del volcán Paricutín, uno de los más jóvenes del mundo, el cual, curiosamente, respeto parte de su iglesia construida en el siglo XVIII.
Según viejos recortes de prensa encontrados, el hecho, sobresaliente por la cantidad de lava que salió del coloso, adquirió relevancia nacional e internacional y llamó la atención de expertos en vulcanología, científicos, artistas, cineastas y escritores.

Cuentan que todos los habitantes de San Juan Parangaricutiro fueron evacuados para evitar que perecieran y se pensó que la vecindad sería sepultada por la lava y la piedra volcánica; sin embargo, para sorpresa de muchos, el Paricutín le perdonó la vida a la iglesia de la villa, la que se alza ahora entre un mar de lava negra petrificada.
A partir de su primera erupción, el volcán michoacano creció hasta alcanzar los 423 metros de altura, estuvo activo durante nueve años, y su lava se extendió 10 kilómetros a la redonda.

¿Cómo luce la iglesia sepultada por el volcán Paricutín?
A pesar de que el volcán Paricutín arrasó con los pueblitos de Michoacán situados en las orillas de su falda, el templo del Señor de los Milagros no cedió del todo: el campanario, parte de la fachada, los muros posteriores y un altar al que los fieles aún acuden a orar y colocar veladoras resistieron de forma estoica la furia del gigante.
De esta forma, el estado de Michoacán y México cuentan con su propia versión de la ciudad italiana de Pompeya, destruida en parte por el Vesubio.
El sitio, por supuesto, es muy visitado por turistas que admiran un paisaje que parece de otro mundo.
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