Morelia, Michoacán
No creo que nadie puede dudar que los mexicanos somos bien creativos a la hora de improvisar y hacer picadillo la lengua de Miguel de Cervantes. Y conste que no se trata solo de güey y de chafa, unas palabritas que a fuerza de sonar y sonar terminaron siendo aprobadas por los reales académicos de la lengua de Madrid y hasta ingresaron con derechos en los diccionarios más exigentes.
Antes de la pandemia, cuando los muchachos acudían de manera más o menos disciplinada a las aulas, un grupo de profesores de Ciudad de México le pudieron a sus estudiantes llamados “de provincia” que trajeran un puñado de voces que, por su origen totalmente local y popular, podrían ser consideradas neologismos. ¡Y vaya las novedades que empezaron a aparecer!

Por supuesto, no hubo muchas sorpresas con términos y expresiones más o menos de uso común como chido, de volada, no manches y está cañón, pero hubo otras construcciones que no les resultaron tan familiares a los docentes menos inclinados hacia el folclore y las tradiciones.
Entre ellas hay dos que siempre me han gustado, porque están relacionadas con un sentimiento tan universal como el amor: “Ese flaco está de pelos” (o de perla más recientemente) y “Florita tiene a Mauricio cacheteando las banquetas”. Nada que de ahí al cuchi-cuchi o al peligroso cachondeo hay solo un paso…!!!

Por cierto, como entre los docentes había representantes de varios países se produjeron intercambios muy ilustrativos. Por ejemplo, nos enteramos que la forma de referirse a un joven puede tener variaciones muy interesantes: en México es un chavo, en Cuba un pepillo, en Colombia un sardino y en Venezuela un chamo… ¡Es casi un trabalenguas!
Pero, volvamos a nuestro país. Gracias a las averiguaciones de los alumnos, nos enteramos de que en ciertas regiones del país una troca es una camioneta, una huacha una niña y un chucho nada menos que un perro. Recuerdo que un jovenzuelo quiso ser muy gráfico y en broma le dijo a la gringa profesora de inglés (seca, fría y zurda para el castellano): “Tus capulines son tan grande que me escamaste” (risas de todo el claustro).

Con el auge de la tecnología se han generalizado, igualmente, muchos neologismos provenientes casi todos del inglés como chatear, escanear, ciberespacio, laptop, antivirus y emoticón. Aunque esta es ya una historia sobre la que nos ocuparemos más adelante.
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