Fotos: Melissa García

Melissa García – Charapan, Michoacán

Cony apenas tenía 28 años cuando la muerte la sorprendió, un infarto fulminante detuvo su corazón el 16 de agosto de este año.

De cabello largo y oscuro, ojos grandes y una sonrisa que hoy refleja su hija de 7 años, a Concepción Páramo Alberto, quien apenas había terminado su carrera de maestra, le erigieron un altar con los objetos que recuerdan su paso por la vida, los tacones rojos que más le gustaban, contrastan con los tacos de fútbol que portó durante el juego que más disfrutaba, al igual que la chamarra de cuero y el vestido negro adornado con flores.

Fernanda, hija de Cony

Cony dejó dos hijos huérfanos, Fernanda, quien cumplió años el 31 de octubre pasado y Nazareth, un pequeño de apenas 5 años de edad. Fernanda fue quien le pidió a su abuela y a su padre, poner el altar para su mamá, ya que la familia había decidido no hacerlo, pues la faena que se lleva a cabo implica mucho tiempo, sin embargo, la niña les reveló que Cony se le apareció en un sueño y le pidió el altar, no sin antes explicarle que en agradecimiento a quien la visitara, les entregaría nacatamales, comida que le describió cómo elaborar. El hecho sorprendió a su familia, por lo que a pesar de la prontitud, le armaron el altar, tradición que en el municipio de Charapan está muy arraigada.

Año con año, lo muertos que sucumben durante el periodo comprendido entre el 3 de noviembre y 28 de octubre son recordados el día de los Angelitos y Fieles Difuntos con un altar ubicado en sus hogares. En reconocimiento, la población en general acude a visitarlos llevando consigo una ofrenda hecha vela, flor, veladora o dinero, a cambio, reciben una pequeña bolsa con nacatamales, un tipo de tamal hecho a base de maíz relleno de carne, ya sea de puerco o res, con chile, o quizá les entreguen un par de buñuelos, atole o pozole.

La festividad se vuelve vida con el ir y venir de la gente entre las calles, la pandemia por el coronavirus no detuvo las creencias purépechas enclavadas en la meseta, la gente salió a las calles con y sin tapabocas, en familia, como acostumbran.

Al menos 80 altares se levantaron este año, un 20 por ciento más que otros años, además de los cuatro que recordaron la muerte de menores de edad y cinco que distinguen a los solteros, población que se visita la noche del 31 de octubre para amanecer el 1 de noviembre.

En Charapan la festividad no se vela en el campo santo, ésta se lleva colorida, llena de maíz, huinumo, cempasúchil, diente de león, piezas de pan, nacatamales, atápacua y música desde los hogares.

Además de Cony, la reconocida Estela Galván Leonardo, del dueto Sierra Galván, perdió la vida este año, la mujer de 77 años cantó gran parte de su vida al lado de su esposo, llevando las pirékuas a diversos lugares del país y del mundo, portando siempre la vestimenta típica de los purépechas.

Altar de Estela

La celebración más importante que celebran los mexicanos en torno a la muerte se disipa poco a poco este dos de noviembre, el cementerio se llena de olor florido, de risas, cantos y anécdotas que volverán con el tiempo, la creencia de que entre los vivos celebran los propios muertos sigue vigente en el sendero de la eternidad.

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