Melissa García – Morelia, Michoacán
“Tus acciones determinarán tu propio futuro”, es la frase que emerge de especialistas del Zoológico “Benito Juárez” de Morelia, quienes resaltan que estos centros, hogar de miles de ejemplares de diversas especies, son sensibilizadores sociales ante la acelerada desaparición de especies que ocurre en todo el mundo.
Ellos estiman que al menos 150 especies se extinguen cada día en todo el planeta. A nivel local, el ajolote, endémico de México, llamado “monstruo de agua”, que habita en las regiones michoacanas de Pátzcuaro y Zacapu, es una de esas especies amenazadas, que está a punto de desaparecer por la presencia de especies invasoras en su hábitat natural y por la contaminación, entre otros factores.
“De nada sirve saber reproducir especies en peligro de extinción si el hábitat de los animales no se preserva ni la sociedad se concientiza en evitar la contaminación”, señala Josué Rangel Díaz, director del Zoológico “Benito Juárez”.

El especialista destaca que este año el centro faunístico cumplió 50 años, un momento propicio para llamar a la reflexión sobre la importancia de tener un zoológico dentro de la sociedad.
Explica que en 2014 se emitió un documento internacional para difundir la pérdida de la biodiversidad a nivel mundial. Resultó que de 1970 a 2010 ha desaparecido cerca del 50 por ciento de los vertebrados que se conocen, es decir aves, mamíferos, peces y anfibios.
Agrega que estos grandes grupos están desapareciendo aceleradamente, pues no obstante que los procesos de extinción son normales y han sucedido a lo largo d la historia del planeta, “lo que llama la atención es la velocidad con la que estamos desapareciendo las especies, porque hay estudios que mencionan algo tan grave, como la pérdida de hasta 150 especies todos los días”.
¿Por qué es importante el diminuto monstruo acuático?

El ajolote es una especie profundamente estudiada que se encuentra en alto riesgo de extinción. En México se conoce al menos 23 especies endémicas en todo el territorio nacional, dos de las cuales habitan en Michoacán, explica la bióloga Elizabeth Sagrero Esquivel.
La especialista precisa que como anfibio y endémico, es decir, que habita solamente dentro de las fronteras del país, el ajolote es un diminuto animalito que posee características similares a la salamandra y mide en promedio 23 centímetros.
Describe al ajolote como un ejemplar de cuerpo gelatinoso, con cuatro patas, una cola larga, ojos pequeños y una boca grande de apariencia “siempre sonriente”, mientras señala al ajolotito que vive en una pecera ambientada para su sobrevivencia, que sin querer observa a quienes lo visitan sentado en una piedra.

A este fascinante animal se le se atribuyen cualidades curativas; en Pátzcuaro existe un jarabe que los habitantes consideran “milagroso” (achoque), producido en una casa de religiosas, quienes le adjudican la cura de enfermedades de las vías respiratorias.
Regeneración humana vía ajolote: un mito
Diversos estudios señalan que el ajolote es capaz de regenerar algunas de sus patas o su propia cola. La bióloga explica, por tanto, que se puede pensar que la regeneración celular que es capaz de procesar el ajolote, puede reproducirse en los humanos y en el tratamiento de cáncer, pero eso, aclara, es solo un mito. Sin embargo subraya que esa es una de las causas por las que comenzaron a extraerse ejemplares del Lago de Pátzcuaro.
Señala que en el Zoológico “Benito Juárez de Morelia hay tres especies de ajolote, una proveniente de la zona Xochimilco, en la Ciudad de México, y dos de Michoacán, del Lago de Pátzcuaro y de la Laguna de Zacapu.

Los ajolotes son carnívoros y de hábitos nocturnos y se alimentan de gusanos, larvas, moluscos, crustáceos y uno que otro pez. A los cuernitos que sobresalen de su cabeza se les denomina branquias; cuando el agua entra por la boca, escapa por esas ramificaciones, y con este proceso el ajolote puede ceder oxígeno a la sangre, por eso ellos no pueden vivir fuera del agua.
La mayor amenaza para el ajolote, como para muchas de las especies en peligro de extinción que habitan el planeta, es sin duda el ser humano, apunta con desánimo la especialista, pues explica que el hábitat natural en que vive esta especie cada día recibe cargas enormes de contaminación, y no hay forma de regresarlo a la vida silvestre si el deterioro ambiental no cambia.
El Zoo de Morelia ya cultiva ajolotes

En Pátzcuaro, explica Josué Rangel Díaz, director del Zoológico de Morelia, se podría liberar ajolotes criados:
“Podría ser una realidad, porque ya los estamos reproduciendo, pero si el cuerpo de agua del Lago de Pátzcuaro está contaminado, los animales se van a morir, entonces, tenemos que empezar desde ahí”.
Señala que el uso indiscriminado de fertilizantes en las parcelas no sólo pone en riesgo la vida de los animales que habitan el lago o los cuerpos de agua en los que se escurre el químico, sino que también hay una mayor incidencia en problemas globales y de salud para la población, como la detonación de problemas cancerígenos.
Educar para concientizar

Una de las principales funciones del Zoológico, añade Elizabeth Sagrero Esquivel, es la educación ambiental que se brinda a través de especialistas, que va más allá de los muros que abarcan las 25 hectáreas con las que cuenta el parque, pues por medio de talleres, conferencias y charlas en escuelas se busca concientizar a la ciudadanía acerca del cuidado de los más de 2 mil ejemplares de las 376 especies que habitan en el parque.
“Lo primero que hacemos es sensibilizar, luego viene la concientización y después la gente comienza a tomar acciones positivas, como no contaminar el agua; ahí está la importancia de ser constantes en esa educación ambiental”.

Desde hace 19 años, la bióloga Elizabeth Sagrero trabaja en el Zoológico “Benito Juárez”, y a partir de su ingreso un 23 de junio de 2001 se ha desempeñado en diversas áreas, pero 15 años los ha dedicado a la educación ambiental dentro y fuera del recinto.
“Yo quiero pensar que llegará un momento en que la gente reconozca por sí misma la importancia de cuidar no solo al ajolotito, sino a todas las especies que habitan el planeta”, desea.
Reconoce que a pesar de que revertir el daño al medio ambiente será muy complicado en las próximas décadas, no pierde la confianza que ha depositado en los niños que conoció hace casi 20 años, los que hoy llevan también a sus hijos al zoológico y le externan la trascendencia que ha tenido el granito de arena que depositó en ellos, pues hoy le expresan que separan la basura, y que evitan desperdiciar agua y contaminar.
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