Morelia, Michoacán
José Salomón y Diego Israel Páramo Jasso de 18 y 16 años respectivamente, engrosan la lista de las 3 mil 380 denuncias que existen en Michoacán por desaparición. Los dos adolescentes se suman a las 75 mil personas desaparecidas en todo el país.
Ambos desaparecieron de las inmediaciones de la colonia Torreón Nuevo, al norte de Morelia, relata Patricia Jasso Ayala, una mujer de 52 años, que desde hace 235 días busca desesperada a sus hijos. El 26 de enero de este año, Patricia no supo más de sus vástagos; andaban juntos y de ninguno ha recibido noticias.
Desesperada, la madre asegura que José Salomón y Diego Israel serían incapaces de ausentarse sin avisarle, porque nunca lo hicieron. “Ellos se salían pero siempre estábamos en contacto por teléfono; desde esa fecha el teléfono ha estado apagado, y no he tenido respuesta de las autoridades, ni he sabido de ellos”.

Patricia presentó la denuncia ante las autoridades cuatro días posteriores a la desaparición; ha preguntado aquí y allá, con los supuestos amigos, quienes dice, no supieron nada y no dijeron nada. Así lo relata con la voz entrecortada y con una gran angustiada.
Patricia y otras diez personas conforman el colectivo “¿Dónde están los desaparecidos?”, con quienes ha emprendido desde marzo la búsqueda, y entre sollozos narra que a veces es desconcertante, porque es la única de la agrupación que el dolor no lo siente por sólo un ser querido, sino por dos.
Bajo el sol de mediodía y a la espera de que se coloque simbólicamente la piedra de lo que será el primer Panteón Forense de Michoacán, la mujer intenta no quebrarse, respira bajo el tapabocas morado que le cubre el rostro, los ojos se le comienzan a enrojecer, la voz se le llena de dolor, de angustia.

“Tengo que tener fe para salir adelante”, se aferra Patricia; “el dolor del alma no se refleja afuera, uno lo trae por dentro y tiene que sacar las fuerzas de donde sea para seguir en la lucha hasta el día que los encuentre si Dios me da licencia, ojalá no sea demasiado tarde, le pido mucho a Dios que me permita encontrarlos como él desee, yo sólo quiero saber dónde están”.
El Panteón Forense significa mucho ante la enorme lista de desaparecidos, pues aunque no sean sus familiares los que quizá ocupen alguna de las mil 232 gavetas que tendrá el camposanto, podrá llevarles una flor, encomendarlos a Dios con alguna oración o ponerles alguna veladora.
Patricia aún tiene a su lado a tres hijos más, José, Salomón y Diego Israel son los menores de la familia que conforma con su esposo. Los dos adolescentes desaparecidos le harán mover cielo y tierra mientras tenga vida, porque asegura, nunca dejará de buscarlos. “Yo sólo quiero saber dónde están”, implora desesperada.
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