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Lisboa – Excélsior

Un grupo de investigadores de la universidad portuguesa de Coimbra (UC) detectó por primera vez restos de microplásticos en la cadena alimentaria de los pingüinos que habitan en la Antártida, un hallazgo que los expertos calificaron de “alarmante”.

El trabajo de campo, publicado hoy en la revista Scientific Reports, revela que al menos en el 20 por ciento de las muestras de heces de pingüinos analizadas había restos de microplásticos, con partículas de menos de 5 milímetros de volumen.

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El material era de diferentes tipologías y colores, por lo que hay “una gran variedad de posibles fuentes de estos microplásticos”, según un comunicado de la UC.

Según Filipa Bessa, una de las científicas lusas, “es alarmante que los microplásticos ya hayan llegado a la Antártida”.

“Nuestro estudio es el primero en registrar microplásticos en la cadena alimentaria marina antártica”, alertó.

La investigadora subrayó la complejidad del problema, debido, entre otros factores, a que existen “diferentes fuentes de contaminación” de las que provienen los microplásticos.

José Xavier, otro de los especialistas que ha intervenido en la investigación, advirtió de la importancia de este trabajo, ya que “los microplásticos pueden causar efectos tóxicos en los animales marinos y no se sabe aún lo que podrán provocar en los animales de toda la región de la Antártida”.

En una investigación publicada a mediados de agosto, un equipo de científicos denunció la presencia de microplásticos en el Ártico, cuya temperatura aumentó 2ºC respecto a la era más industrial.

Según el estudio, una gran cantidad de microplásticos y microfibras son transportados por los vientos hasta el Ártico, donde caen a tierra cuando nieva.

Cada año, unos 8 millones de toneladas de plástico se vierten directamente en los océanos.

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