Foto: Liliana Jiménez

Chacaleo Exprés

Por Miguel García Tinoco

Uruapan fue escenario de muchos ajustes de cuentas y tuvo su episodio más cruel el 6 de septiembre de 2006.

En los 80s y 90s, Uruapan fue refugio natural de narcotraficantes. Por entonces, Félix Cornejo y Armando Valencia, ambos originarios de Aguililla y socios de Juan García Ábrego (jefe del Cartel del Golfo), tenían en la Perla del Cupatizio, su centro de operaciones y no había quien les disputara “la plaza”.

En 1994 narcotraficantes colombianos mataron a Félix Cornejo por una deuda y Armando Valencia se quedó al frente de todo el “negocio”.

Uruapan, floreció esos 20 años de la mano del aguacate y los negocios financiados con dinero del narcotráfico.

Al llegar el nuevo siglo, concretamente en el 2002, empezaron los problemas: Armando Valencia empezó a perder poder frente a Carlos Rosales Mendoza (entonces lugarteniente del Cartel del Golfo); luego, entre estos dos capos, inició una guerra donde los muertos se contaron por decenas.

En 2003 fue detenido Valencia Cornelio y el 2004 Rosales Mendoza corrió la misma suerte. Pero las capturas de Valencia y Rosales no detuvieron la violencia.

Uruapan fue escenario de muchos ajustes de cuentas y tuvo su episodio más cruel el 6 de septiembre de 2006, cuando un comando arrojó 5 cabezas humanas a la pista de baile del bar “Sol y Sombra”.

La escena horrorosa en el “Sol y Sombra”, fue el pretexto de Felipe Calderón para iniciar la llamada “Guerra contra el Narcotráfico en Michoacán”, el 10 de diciembre de 2006.

Fueron 6 años de operativos sin éxito; al contrario, los narcos se fortalecieron y Uruapan sufrió otra vez por homicidios, secuestros y despojo inmediato de propiedades, particularmente huertas de aguacate; cientos de hectáreas fueron despojadas a sus dueños legítimos y pasaron a manos de narcos y sus prestanombres.

El calderonato fracasó en Uruapan. Igual pasó con la administración de Enrique Peña, cuya estrategia no fue otra cosa que armar a delincuentes y disfrazarlos de “autodefensas”.

Los grupos civiles armados fueron financiados, con el consentimiento institucional, por el Cartel Jalisco Nueva Generación y narcotraficantes locales escindidos de los llamados “Caballeros Templarios”, como Miguel Gallegos Godoy y José Alvarado Robledo.

Una vez desaparecidos los grupos de autodefensa, aquellos que nunca dejaron de ser criminales formaron sus propios grupos delictivos, como el caso de Los Viagras, quienes reclamaron para sí Uruapan y se asentaron en ese territorio donde continuaron con todas las actividades delictivas, sobre todo secuestro, extorsión y despojo.

Los uruapenses no han descansado 12 años ante estrategias federales fallidas… las cosas no pintan mejor en esta nueva administración, la de Andrés Manuel López Obrador.

En los planes del presidente López Obrador no está declarar la guerra al crimen organizado; su frase favorita para este tema es: abrazos, no balazos.

AMLO no quiere guerra frontal y ofrece “afecto”. Si a un capo le das abrazos y no lo quieres combatir es porque le tienes miedo y eso, de facto, te convierte en su cómplice.


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