Fotos: Milenio/AP

Donald Trump inició este martes su campaña de reelección y, para consumo interno, quedan grabadas dos noticias: no será un obstáculo para la aprobación en Estados Unidos del tratado comercial con México y Canadá (T-MEC) y, por ahora, está más que satisfecho con el apoyo del gobierno mexicano para el control de los flujos migratorios.

Nada que ver con el discurso anti mexicano de otras ocasiones; mucho menos con el que presentó hace cuatro años como aspirante a la candidatura republicana. No lo dijo, pero hasta podríamos interpretar que hoy por hoy tiene catalogado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador como un ‘buen socio’, de enorme ayuda en temas que siguen siendo su bandera: migración y acuerdos comerciales “más justos para Estados Unidos”.

Podríamos decir también que el mensaje de Trump de este martes es, desde hoy, oxígeno puro para la economía nacional, con impactos positivos que podrán medirse en los próximos meses, con la probable reactivación de la inversión privada, nacional y extranjera, y la fortaleza del peso frente al dólar.

Quita también presión a López Obrador, en tanto mantenga las buenas calificaciones que le otorga la Casa Blanca y haga efectiva su promesa de reforzar el cerco militar sobre la frontera sur y detener a los migrantes centroamericanos que tanto irritan a Trump.

Mientras por ahí transite el gobierno de la llamada cuarta transformación, sí, todo será “amor y paz”. Mientras dure, porque todo queda al arbitrio del jefe de la Casa Blanca, que usará su relación y “sociedad” con el gobierno mexicano como mejore convenga. Trump ya está en campaña; Trump busca votos.

Y a ese humor, ni hablar, quedó atada la cuarta transformación, luego del acuerdo migratorio que sus representantes se vieron obligados a aceptar, amenazados por Trump de aplicar tarifas arancelarias extraordinarias a todos los productos mexicanos que se exportan a Estados Unidos.

La cuarta transformación quedó así bajo la constante e intimidante evaluación de Donald Trump. Será muy larga la campaña.

Pero así quedaron las cosas. Y hoy en Palacio Nacional pueden estar tranquilos: pasaron el primer examen. El “amigo Trump” los ve con buenos ojos.

Aquí se queda… ¡Aquí entre nos!


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