No queda muy clara la convocatoria que hizo este jueves el presidente Andrés Manuel López Obrador para ir a Tijuana al mitin en defensa de la dignidad y la soberanía nacionales. No hay claridad ni en las formas, ni en el fondo, ni en los tiempos.
Si se convoca a la defensa de la dignidad y la soberanía del país, es porque están amenazadas o en riesgo, y según los tiempos y términos del llamado presidencial, esa amenaza se llama Donald Trump, que quiere imponer aranceles a todos los productos, como represalia por hacer muy poco para detener los flujos migratorios.
Hasta ahí vamos bien, pero ¿que no entonces la parafernalia del mitin va en contra del discurso del propio López Obrador de que con los estadounidenses y su presidente todo es “bonita y sagrada amistad”? ¿No el mismo tabasqueño ha dicho que quiere mantener su “buena relación” con Trump y siempre ser “amigos”? ¿Y aquello de “dialogo, diálogo, diálogo diálogo y más diálogo”?
¿O cuándo se rompió la “bonita y sagrada amistad”? Porque nos han dicho, tanto López Obrador como su canciller Marcelo Ebrard que las negociaciones (para evitar los aranceles) avanzan por buen camino y que esperan buenos resultados este viernes, cuando continúen en su tercer día.
También hemos sabido que en la mesa de negociaciones, el gobierno de la llamada cuarta transformación ha prometido a la Casa Blanca desplegar buena parte de su nueva Guardia Nacional en las fronteras norte y sur, para detener los ríos de migrantes centroamericanos.
Nada de lo que llevaban para negociar lo habían hecho público; pero ayer, obligado por un trascendido de prensa, Ebrard tuvo que reconocer que el gobierno mexicano sí endurecerá su política migratoria. Y hasta le puso número a la casa: 6 mil agentes de la Guardia Nacional se apostarán a vigilar la frontera con Guatemala.
Eso dijo el jefe de la delegación mexicana que negocia y acuerda allá en Washington, mientras que en Ciudad de México, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, reforzó la oferta: la Guardia Nacional también vigilará la frontera norte.
Para que vea Donald Trump: el ganso no se hace pato ni se cansa. Ahí va la Guardia Nacional en prenda.
¿Y entonces? ¿Para qué el mitin en defensa de la dignidad y la soberanía? Parece innecesario, al menos que -como decíamos- se trate de preguntar a los asistentes si están de acuerdo con todo lo que se negocie con la Casa Blanca para no romper la “bonita y sagrada amistad”.
La respuesta ya la conocemos: “sí”, gritarán todos y alzarán la mano en señal de aprobación.
Y así todos felices y contentos. Que no se diga que no se consultó al pueblo.
Política y mensaje, pues, para el consumo interno.
Aquí se queda… ¡Aquí entre nos!
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