Ciudad de México – El Universal
Consumir comida chatarra se ha convertido en algo cotidiano porque pasamos mucho tiempo en el transporte, la oficina o la escuela, por lo que debemos saciarnos con algo rápido y relativamente de bajo costo.
Así, es común consumir en un local de comida rápida, una rebanada de pizza, hamburguesas, papas fritas, galletas, pasteles, tortas, tacos, etcétera.
Lo que tienen en común estos alimentos es que contienen altos niveles de azúcar, sal y grasas que a la larga van afectando a nuestra salud, y no sólo eso, también nos volvemos adictos a dichos alimentos.
Cuando ingerimos comida chatarra nuestro cerebro libera dopamina, la sustancia encargada del placer. Con ella, cada que consumimos dichos alimentos, lo que obtenemos son grandes cantidades de placer que nuestro cerebro va registrando.
De acuerdo con la investigación de Erica Schulte, profesora de psicología de la Universidad de Michigan (2018), tanto la comida chatarra, como las drogas y el alcohol tienen cualidades adictivas similares que afectan al cerebro y provocan efectos secundarios como la ansiedad, irritabilidad, dolores de cabeza e, incluso, depresión.
Además, la investigación reveló que los síntomas de abstinencia físicos y psicológicos entre las personas evaluadas aumentaron entre los primeros dos a cinco días cuando dejaron de consumir comida chatarra, posteriormente los síntomas disminuyeron paulatinamente.
Por su parte, Fernanda Alvarado, experta en nutrición señala que el glutamato monosódico, una sal sódica, usada como potenciador del sabor, también es considerada una droga comestible y se encuentra en básicamente toda la comida chatarra:
Alimentos envasados o en paquete: Papas fritas, pizza congelada, sopas instantáneas, lácteos y algunos quesos procesados.
Bocadillos: Ciertas barras de cereales, dulces, chicles, caramelo y requesón.
Carne: El aditivo también se encuentra en el tocino, jamón, atún enlatado y salmón.
Fernanda expresa que “hay gran controversia entre la comunidad de salud entorno al glutamato monosódico porque no hay estudios que concluyan que afecte la salud a menos que se consuma en grandes cantidades, el riesgo que yo veo es que hace que los alimentos sean más agradables al paladar, por lo tanto, la gente come más y esto puede conducir a padecer sobrepeso u obesidad”.