Ciudad de México – El Universal

La extinción de la humanidad por la erupción de un volcán o un meteorito son causas poco probables.

La extinción de la humanidad es algo que ha preocupado a los pobladores de la Tierra por generaciones, pero lejos de darse por un desastre natural de grandes dimensiones, lo cierto es que es más probable que, si ocurre, nosotros seamos los verdaderos responsables.

El imaginario colectivo suele pensar en grandes desastres como un asteroide al estilo de la película Armageddon o en una invasión alienígena como la retratada en “Día de la Independencia”, protagonizada por Will Smith.

Y aunque es posible que existe la posibilidad de un final dramático, centrarse en tales escenarios puede hacernos ignorar amenazas existentes hoy en día y que son mucho más serias.

Amenazas volcánicas
En 1815, una erupción del monte Tambora, en Indonesia, acabó con la vida de más de 70.000 personas.

La atmósfera se cubrió de una ceniza volcánica que redujo significativamente la luz solar. Tanto, que a aquel año se le conoce como “el año sin verano”.

En 1815 la erupción del volcán del monte Tambora mató a más de 70.000 personas.

El lago Toba, en el otro extremo de Sumatra, cuenta una historia aún más siniestra. Se originó tras una súper erupción volcánica hace 75.000 años y su impacto se sintió en todo el mundo.

Muchos científicos creen que fue el causante de una reducción significativa de los primeros humanos que habitaron la Tierra, aunque hay otra parte de la comunidad científica que lo cuestiona.

Pero si bien la perspectiva de una erupción súper volcánica es aterradora, no debemos preocuparnos demasiado.

Los súper volcanes y otros desastres naturales, como un asteroide impactando la Tierra o una estrella que explota en nuestro vecindario cósmico, no son más probables en este 2019 que cualquier otro año.

Y aún así, las posibilidades son realmente remotas.

Amenazas reales (y crecientes)
Pero no puede decirse lo mismo de muchas amenazas globales creadas por nosotros mismos, los humanos.

Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud y el Foro Económico Mundial identificaron el cambio climático y sus efectos como uno de los principales riesgos para 2019.

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En la sede de Naciones Unidas llegó a decirse que el cambio climático ya era “un asunto de vida o muerte” para muchas regiones del mundo.

Las amenazas son complejas y diversas, desde olas de calor asesinas al aumento del nivel del mar o hambrunasymigraciones generalizadas a una escala realmente gigantesca.

También suponen un riesgo potencial algunas tecnologías novedosas como la inteligencia artificial.

Estos avances pueden dar lugar a armas cibernéticas cada vez más sofisticadas que podrían contener los datos de toda una nación con la intención de lograr un rescate. O algoritmos autónomos que podrían causar un desplome en el mercado de valores.

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Y no debemos olvidar la posibilidad de una guerra nuclear.

Si bien muchos se centran en el aumento de las tensiones entre las grandes potencias, las nuevas tecnologías también nos ponen en riesgo.

Esto se debe a que una combinación de armas nucleares y convencionales y los peligros por la inteligencia artificial pueden contribuir a desatar una guerra de este tipo.

La gripe es actualmente una amenaza mundial.

Otro riesgo en aumento es el de las pandemias globales. Se cree que la gripe, por ejemplo, mata a unas 700.000 personas de media por año, costándole a la economía global unos US$500.000 millones anualmente.

La densidad de la población es cada vez mayor y las personas cada vez viajan más, aumentando la posibilidad de que enfermedades como la gripe se propaguen más rápido y a mayor escala.

Y esto preocupa, teniendo en cuenta el antecedente de la gripe española de 1918 que mató a 50 millones de personas.

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Por suerte, los programas de vacunación y otras medidas de prevención de enfermedades ayudan a reducir ese riesgo.

Conocer el peligro real
Afortunadamente, hay mecanismos a disposición de los científicos y gobiernos que permiten conocer cuán probables son esas amenazas. Estos son algunos ejemplos:

Analizando los registros históricos o geológicos se puede hacer el seguimiento de algunos eventos, como los súper volcanes y los impactos de asteroides.

Encontrando algún precedente. Cuando los científicos exploraron el riesgo que podría plantear el reactor CERN, observaron entornos similares que ocurren en las estrellas.

Construyendo escenarios. Los científicos utilizan modelos atmosféricos sofisticados para explorar cómo será el clima en el futuro, por ejemplo. Cuando esta no es una posibilidad, se idean juegos de guerra y otros ejercicios que ofrezcan alguna perspectiva de lo que podría ocurrir.
Además, muchos gobiernos como el de Reino Unido tienen un registro de riesgos nacionales en el que se incluyen desde inundaciones hasta enfermedades.

Iceberg derritiéndose

El calentamiento global provoca, entre otras cosas, una subida del nivel del mar que amenaza poblaciones que viven cercanas al litoral.

Un futuro complicado

Pero aunque estas amenazas existen, el mayor peligro al que nos enfrentamos en 2019 desde una perspectiva global es otro.

Con casi 8.000 millones de personas viviendo en la Tierra, dependemos cada vez más de los recursos naturales necesarios para mantenernos a todos. Estos son los alimentos, el agua, el aire limpio, la energía y también la economía global que los convierte en bienes y servicios.

La disminución de los niveles de biodiversidad, de las infraestructuras y de las cadenas de suministros hace que muchos de estos recursos estén sobrecargados y al borde del colapso.

Y el cambio climático solo empeora las cosas en este sentido.

Así que en realidad, los grandes riesgos globales no son tanto una cuestión del tamaño del desastre que los causó, sino del potencial que tienen para alterar estos sistemas de recursos vitales para nuestra subsistencia.

Gente esperando en el aeropuerto durante la erupción del volcán islandés Eyjafjallajokull en 2010.

La ceniza del volcán islandés Eyjafjallajokull causó problemas en todo el mundo en 2010.

Un ejemplo reciente muestra el potencial de algunas amenazas y el efecto dominó que provocan.

La erupción en 2010 del volcán Eyjafjallajökull, en Islandia, no provocó la muerte de nadie, pero cerró el tráfico aéreo en Europa durante seis días.

Y en 2017, un relativamente poco sofisticado ataque con el virus informático WannaCry cerró partes del servicio público de salud británico y otras organizaciones de todo el mundo.

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Dado que para casi todo dependemos de la tecnología, la electricidad y de internet, cualquier cosa que pueda interrumpir su normal funcionamiento tiene consecuencias enormes.

Reducir riesgos

Pero no todo son malas noticias. Hay maneras de reducir esos riesgos.

Una vieja leyenda del rey Canuto de Dinamarca cuenta que ordenó al mar que se retirase para que dejara de comer terreno a su reino.

Imagen de la ciudad de Aarhus, en Dinamarca.

Dinamarca intenta contrarrestar el avance del mar construyendo diques y plataformas sobre el agua

Él sabía que no podía detener la marea, pero lo cierto es que los daneses han ganado litoral durante generaciones construyendo diques y drenando pantanos para protegerse del mar que amenaza su suelo.

Así que veces es mejor protegernos a nosotros mismos pensando en maneras de hacer que la humanidad sea más resistente a los desastres que están por venir.

Y esto podría brindarnos la mejor manera de garantizar que 2019, y más allá, sean años seguros.

*Este artículo de análisis fue encargado por la BBC a expertos que trabajan para una organización externa.El doctor Simon Beard y el doctor Lauren Holt son investigadores asociados al Centro de Estudios de Riesgo Existencial. Con sede en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, este centro estudia la mitigación de los riesgos que podrían llevar a la extinción humana o al colapso de la civilización.

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