Ciudad de México.- Una motocicleta sacada de un tiradero se convirtió en la primera de su tipo en funcionar con agua de charco como combustible. Cuatro jóvenes universitarios de Puebla la transformaron en un transporte innovador.
Estefani Merlo, María Luisa Zago, Javier Précoma y Ana Karen Stefanoni, estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), diseñaron y fabricaron un sistema adaptable a cualquier motor, que hace posible que un vehículo pueda funcionar 50 por ciento con agua y 50 con gasolina.
Un litro del líquido y otro de combustible bastan para hacer funcionar una moto por una semana completa.
“El sistema se adapta al motor para hacerlo funcionar con agua por medio de hidrólisis; esto es, una separación de moleculas, donde el hidrógeno en explosión con el combustible hacen funcionar el vehículo”, dice en entrevista para El Universal Estefani Merlo, una de las artífices.
El sistema, que fue creado para participar en el Cuarto Concurso Prototipos de Innovación Tecnológica de la BUAP, no sólo ofrece beneficios en cuanto a la reducción de gasto de combustible, también pretende reducir la emisión de gases contaminantes, pues un motor adaptado de esta manera exhala vapor de agua.
Al ser el hidrógeno el que pone en marcha el motor, el sistema puede funcionar con agua dulce, sin embargo el grupo de universitarios decidió emplear otro tipo de líquido.
“Recabamos el agua de charco y la pasamos por un proceso de filtrado, para que las particulas de gran tamaño no dañaran nuestro sistema”, explica Estefani.
Éxito en dos ruedas
El proyecto de los jóvenes originarios de Chipilo, Puebla, tuvo su origen en una investigación del ingeniero Tomás Aarón Juárez Zerón sobre cómo utilizar agua como combustible. Los universitarios le dieron vida a la teoría.
Estefani, quien es estudiante de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, comenta que fue ella quien se interesó en la investigación de ingeniero Juárez Zerón, sin embargo, como un puente no se sostiene de un sólo lado, reunió a un equipo multidisciplinario.
Así, María Luisa Zago, Javier Précoma y Ana Karen Stefanoni, también estudiantes, se unieron para trabajar en conjunto, poniendo manos a la obra con sus conocimientos en química, electrónica y administración.
Para crear el sistema, los jóvenes gastaron únicamente 10 mil 400 pesos que les ofreció la BUAP como apoyo. Lograron un proyecto exitoso con ingenio, utilizaron materiales de bajo costo y la moto que echaron a andar fue sacada de un tiradero.
“La moto era de un tiradero, primero la hicimos funcionar y después introducimos el sistema”, comenta la universitaria.
Según Estefani, de no haber tenido que ‘apretarse el cinturón’ el costo del proyecto sería doble.
Una idea que nace
Estefani comenta que el proyecto fue presentado en el concurso en septiembre del año pasado y que les tomó tres meses realizarlo, sin embargo, es hasta ahora que se da a conocer.
A la fecha, los creadores del sistema trabajan en una una memoria de cálculo, que les permita saber cuál es la cantidad de agua de charco y de combustible que pueden emplear para vehículos más grandes, como automóviles o tractores.
Su meta, es que el sistema pueda emplearse entre las personas de Chipilo, su comunidad, en donde la población se dedica principalmente a actividades agrícolas.
Además tienen otras ideas en mente. “Nuestro objetivo es también que funcione con agua salada, sabemos que el agua se está acabando”, dice.
Hasta ahora ningún particular o institución pública ha ofrecido apoyo a los jóvenes estudiantes para impulsar y hacer crecer su proyecto, sin embargo, ellos continúan con la investigación. De conseguir impulso en algún momento, el agua de charco podría ser el combustible que eche a andar su vehículo particular.
Con información de: El Universal