Morelia, Michoacán.- El desarrollo de la investigación biotecnológica en México se ha visto frenado por los intereses de las grandes empresas transnacionales, tratados comerciales y la falta de información y creencias culturales en torno a los productos transgénicos por parte de la población, concluyeron los profesores nicolaitas que participaron en el programa de la Coordinación de la Investigación Científica “Cafés Nicolaitas: Ciencia al Descubierto”.

Este día, Horacio Cano Camacho, Omar Chassin Noria y Rafael Salgado Garciglia, bajo la moderación de Martha Isela Rodríguez Díaz, profesora investigadora adscrita al Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la Universidad Michoacana, abordaron el tema de la Biotecnología como una nueva ciencia, cuyo desarrollo es indispensable para que el país diseñe procesos tecnológicos como la fabricación de vacunas, especies agrícolas resistentes a plagas o variedades frutales, que lejos de dañar la salud del ser humano, representan una ventaja para la economía mexicana y son benéficas en su mayoría.

La discusión abrió con el consenso de una definición de lo que es la Biotecnología, como un conjunto de disciplinas que obtienen productos a través de  procesos biológicos como queso, cerveza, vino y composta; además de medicamentos, vacunas, especies mejoradas en resistencia y cantidad o tiempos de maduración de vegetales y frutas.

Rafael Salgado Garciglia, investigador responsable del laboratorio de Biotecnología Vegetal del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la UMSNH, dijo que no todos los productos transgénicos creados en laboratorios son para comercialización, muchos de ellos son materia de investigación sobre el comportamiento del ADN, los genomas y de las especies mismas de plantas.

Omar Chassin Noria, doctorado en Ciencias Biomédicas  por el CIEco de la UNAM y profesor de tiempo completo en la Facultad de Biología de la Casa de Hidalgo, dijo que las objeciones comunes al consumo de transgénicos son científicamente mal fundadas y que toda tecnología, siempre ha enfrentado la oposición de la sociedad, aunque reconoció que existen grandes intereses económicos de laboratorios transnacionales de medicamentos y otros productos que buscan comprar la tecnología transgénica generada en las universidades para lucrar con ella.

Un martillo puede ser un arma mortal o el instrumento para construir una silla, ejemplificó Horacio Cano Camacho, profesor investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología (CMEB) de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia; y jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia; igual ocurre con un descubrimiento biotecnológico: se puede usar para lucrar, para matar, o para lograr el desarrollo y la salud de un país.

La vacuna del ébola, enfermedad que en cuestión de días mata a un ser humano, descubierta en una universidad de Canadá -ejemplificó- fue comprada por un laboratorio transnacional con la intención de comercializarla en El Congo, África, para aplicar a un millón y medio de personas. La necesidad social es urgente, han muerto miles de personas, pero el interés económico de comercialización está en la mira de un descubrimiento que salió de un laboratorio universitario.

Por otra parte, por cuestiones culturales, se ha difundido entre la población africana que esta nueva vacuna se diseñó para matar a los pobladores de El Congo, para así poder otras naciones adueñarse del territorio.

Una triste realidad, comentaron los participantes del Café Nicolaita, que ocurre con el maíz, la fresa, el aguacate, medicamentos que se han logrado en México, pero que por cuestiones incluso de política exterior, no han podido aprovecharse en beneficio de la sociedad.

La biodiversidad de México, es la fuente para que biotecnólogos con responsabilidad social busquen los transgénicos que los mexicanos necesitan, ya que este tipo de resultados tienen la característica de ser exitosos si se aplican para un campo específico; por lo que la Universidad Michoacana ha acertado al abrir una carrera para preparar a nuevas generaciones que puedan generar, defender y argumentar en la materia ante las grandes potencias que comprometen a la nación a no producir cierto tipo de insumos, porque la patente no pertenece al país, indicó Omar Chassin.

Con un público en donde principalmente asistieron alumnos de la licenciatura en Biotecnología, se mostró el entusiasmo por el tema, ya que al graduarse encontrarán un campo de acción casi inexplorado en México, ya que por motivos políticos la compra de transgénicos (no sólo alimentos, sino medicinas, vacunas y otros insumos) ha prevalecido hasta hoy en los tratados comerciales internacionales, pese a que no fueron creados para el territorio nacional y merman la economía local.

Pueden tomar dos caminos, externó a los alumnos Cano Camacho: el camino oscuro del lucro con la necesidad, o bien el del desarrollo regional, produciendo transgénicos aplicados a la economía, la salud y la producción, lo cual hablaría de un ejercicio profesional responsable.

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