Estados Unidos.- La audiencia televisiva de los premios Grammy fue la más baja desde 2009 así lo reveló la compañía Nielsen que calculó que 19,8 millones de personas sintonizaron los reconocimientos, frente a los 26,1 millones de 2017.
El espectáculo de este año no contó con la participación de superestrellas como Adele, Beyonce y Taylor Swift, pues el formato apostó como una gran noche para el rap, y aunque puede que ese sea el género musical más popular en este momento, quizás no logró atraer a los seguidores más casuales de la música.
El rapero Kendrick Lamar inauguró la ceremonia con un popurrí que incluyó a un grupo de bailarines fingiendo ser baleados. El cómico Dave Chappelle incluso le ofreció una explicación a los espectadores que pudieron haberse sentido incómodos
“Lo único más aterrador que ver a un hombre negro ser honesto en Estados Unidos es ver a un hombre negro siendo honesto en Estados Unidos”, dijo.
El espectáculo tuvo algo de contenido político, con un cameo de Hillary Clinton leyendo un fragmento del exitoso libro de Michael Wolffsobre la administración de Donald Trump, Fire and Fury, así como comentarios sobre los derechos de las mujeres, la violencia armada y la inmigración.
En el canal Fox News se manejó la teoría de que una”diatriba anti-Trump” habría ahuyentado a algunos televidentes.
“Puedo imaginarme los televisores siendo apagadoscuando se tornó político”, dijo Ainsley Earhardt, una presentadora de Fox & Friends, el programa matutino predilecto del presidente.
La caída en los ratings también fue notable en comparación con otras ceremonias de premios. Las más recientes transmisiones de los Globos de Oro y los Oscar bajaron 4% respecto al año previo, mientras que el índice de audiencia de los premios Emmy el pasado septiembre se mantuvo casi igual que el del año anterior, dijo Nielsen.
Los ratings de los Grammy se mantuvieron entre los 20 y 30 millones de espectadores la pasada década, con un máximo de 39,9 millones en 2012, cuando la gala se realizó poco después de la muerte de Whitney Houston.
Fuente Milenio