Viene José Antonio Meade Kuribreña a Michoacán. El precandidato único a la candidatura presidencial del PRI estará mañana en Morelia e interesante será observar el recibimiento y la conexión entre la militancia y el ciudadano sin militancia, en uno de los estados donde el priismo ha sido más lastimado y cuestionado, incluso por su representación central.

No viven los priistas, en general, tiempos de bonanza. Y en el caso de Meade, la coincidencia es abrumadora: su principal logro en lo que va del periodo de precampaña es no haberse desplomado.

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Eso a escala nacional, porque a nivel de lo local, la coordinación de la campaña deberá pedir prestadas a la industria de la construcción gigantes grúas para levantar el ánimo de la militancia, a lo que ayudará -y mucho- la selección de candidatas y candidatos en la entidad, ajenos a los viejos grupos y liderazgos que acaso están perdidos en el limbo o que, ellos sí, ya se desfondaron.

En fin. Viene Meade a presentarse con los priistas michoacanos, a entenderse con ellos y formalizar el pacto para enfrentar los cinco meses que siguen, los de verdad en la contienda por la Presidencia y la integración del Congreso de la Unión, además de las alcaldías y Congreso locales.

Y quiere enfrentar la parte más dura del proceso con nueva bandera, que viene a estrenar en Morelia: bandera blanca, de tregua, la de Meade. No quiere más crispación ni división. No más pleito, que no es lo suyo.

Eso dice ahora. Por lo pronto. Y la pregunta obligada es si la nueva bandera ondeará de aquí al primero de julio o si se impondrán los rijosos, que también hay en el equipo de Meade.

Más claro: ¿quién llevará la batuta en la casa de campaña de Meade: la ex subsecretaria de Hacienda y mujer de todas sus confianzas, Vanessa Rubio Márquez, o los rudos Aurelio Nuño y Javier Lozano?

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Estará Meade en Morelia, pues, y a ver cómo conecta con un priismo maltrecho; viene, y a tres semanas de concluir la mal llamada precampaña, son muchas las preguntas y una sola certeza: lo más destacable es que no se ha desplomado.

Viene Meade, el candidato sin partido pero que representa al PRI. Vaya cosa, vaya el reto. Y quedará una seguridad, otra certeza que anticipamos: el Meade que veremos mañana no será el mismo que veremos en abril o mayo.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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