Ciudad de México.- Todos los días, a las ocho de la mañana, Roberto levanta la cortina de su pollería. Desde 2014 es su principal fuente de ingresos. El pequeño negocio, ubicado en la delegación Iztapalapa, es uno de los 10 que llenan la cuadra. Por tres años estuvo totalmente abierto a su clientela, pero el año pasado cambió: una reja color blanco y un par de cámaras de seguridad se unieron a su fachada. En tan sólo seis meses, Roberto fue asaltado tres veces con arma de fuego.

De enero a noviembre de 2017, todos los días se registraron 114 robos a negocios en el país. En todos hubo violencia. Esta cifra representa 44 registros más que en el mismo periodo de 2016, según datos del Secretariado Ejecutivo, y 47 más de los que se tenían en 2015. Esta modalidad del ilícito pasó de 22 mil 154 a 37 mil 959 carpetas de investigación de 2015 a 2017, superando el incremento que tuvieron otro tipo, como el de transeúnte y el de automóvil. Una de las razones para el alza en las denuncias podría estar ligado al nivel de violencia de los delincuentes. Las lesiones que provocan en las víctimas hacen casi inevitable la denuncia, asegura Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano.

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Pero estos datos son una muestra mínima de todos los hurtos que se cometen diariamente en los negocios de México. Sólo uno de cada 10 de este tipo llega a las cifras oficiales, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE). La mitad de los consultados reportó que no denuncia por causas atribuibles a la autoridad, como miedo a una extorsión, pérdida de tiempo, trámites largos y desconfianza.

Roberto sufrió su tercer asalto en octubre de 2017, pero se quedó en la cifra negra. Nunca llegó a las carpetas de investigación de un Ministerio Público. Esa tarde, dos delincuentes lo sorprendieron mientras él entraba al sanitario. “Uno de ellos se metió a buscar el dinero y el otro amagó con un arma a mi acompañante. No podía salir del baño, porque bloquearon la puerta”. Los delincuentes huyeron y el temor de que tomaran represalias lo silenció. “Sí los identifico. Son de por aquí cerca, seguro de la misma colonia, pero, ¿para qué denuncio? Pierdo más de lo que gano. De todos modos entran y vuelven a salir”, asegura.

La falta de registros ha logrado darles ventaja a los criminales que acechan los negocios del país. Además, el lazo entre la comunidad y la policía parece estar roto en las calles de la capital y sin denuncias no se puede combatir el problema. “Se necesitan mapas, es decir referenciar el delito. Aproximar los patrones. Sacar guías geográficas y eso sólo se consigue con más denuncias, no con menos”, explica Alejandro Hope, experto en seguridad.

En 2017, múltiples casos de robo a negocio en la capital se volvieron mediáticos. En abril asaltaron el restaurante La Parrillita, en la colonia Del Valle. Meses después, lo mismo ocurrió en el café Galatea, en Coyoacán, y apenas en noviembre la joyería La Pequeña Suiza, ubicada en el centro comercial Santa Fe, entró en el listado. Ese año, la Ciudad de México ocupó el doceavo lugar, con 28 asaltos con violencia por cada 100 mil habitantes.

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