La selección de candidatos locales en el Revolucionario Institucional encara retos y compromisos, inéditos para ese instituto político. Los priistas son ajenos a los escenarios que se les presentan en el proceso electoral de 2018 y falta ver si su ADN se adapta a las nuevas circunstancias.

Conocida ayer su convocatoria para el registro de aspirantes a las alcaldías y diputaciones locales, así como su método electivo, lo que sigue para la dirigencia tricolor es conciliar el proceso interno con los nuevos tiempos, que a querer o no les marcará la propia campaña presidencial, encabezada por un político que no es de los suyos, que no ha sido y qué tal vez nunca lo será.

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Así aparece el primero de una larga lista de factores inéditos para el PRI. ¿Cómo hacer sinergia con la campaña presidencial de José Antonio Meade, que a donde quiera que se presenta echa por delante su no militancia, su “ciudadanía” apartidista?

Los ortodoxos podrán decir que las campañas locales y la presidencial corren por pistas distintas; pero no es el caso, menos ahora, que el priismo tendrá, primero que conocer y convencerse de su candidato, y luego dar la cara por él. Porque para nadie es un secreto que el voto duro del otrora partidazo, si bien ya no es lo que fue, tampoco lo pueden seguir perdiendo.

No son pistas ni rutas diferentes. El “ciudadano” Meade necesitará de una militancia activa y de cuadros y liderazgos regionales que lo ayuden a “conectar” con los electores. Y viceversa: si el candidato presidencial no prende, inevitablemente ‘jalará’ hacia el abismo a muchos de los candidatos locales.

Junto con pegado -que por eso fue Meade el elegido y no otro- está el hecho de que hoy, como nunca, el PRI acumula no sólo la mayor cantidad de negativos, sino que también carga con los mayores escándalos de corrupción política documentada, por lo menos de los últimos cuarenta años.

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Nunca los priistas, ni siquiera cuando estuvieron fuera de Los Pinos, habían llegado a una elección en tan precaria situación y con tantas heridas sin sanar.

Y si durante poco más de cinco años han sido incapaces de defender y proyectar el listado de reformas que emprendió el presidente Enrique Peña Nieto, no se ve cómo ahora, a cinco meses y 14 días de los comicios, puedan recuperar siquiera una parte de lo perdido.

Del viejo PRI al “nuevo” PRI no les quedó más que el nombre y acaso ya sólo el tiempo para intentar reinventarse.

Por ver si su ADN se los permite… y entran al periodo de la mutación.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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