Seguramente hoy en el transcurso del día se dará a conocer que, por gestiones del gobierno estatal, se consiguieron los recursos extraordinarios que requiere la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) para cumplir con sus compromisos con trabajadores y pensionados en el cierre del ejercicio 2017.

Se trata de alrededor de 900 millones de pesos los que hacen falta a la casa de estudios para atender quincenas y aguinaldos de los más de 7 mil empleados en activo y de alrededor de 2 mil 200 jubilados.

Hasta el viernes pasado, los trabajadores no habían recibido el pago de la quincena correspondiente al 31 de octubre, mientras que Rectoría ofrecía un paquete de 49 millones de pesos para repartirse equitativamente entre todos, a manera de pago parcial y en tanto se gestionaban las partidas extraordinarias.

El rector Medardo Serna fue enfático: desde inicio del año se aclaró que el presupuesto autorizado para este año (2 mil 555 millones de pesos) alcanzaría para septiembre; lo que se obtuvo para cubrir el mes de octubre (una quincena y la parcialidad mencionada) proviene de los planes de austeridad. Y no hay para más.

Ayer el gobernador Silvano Aureoles y el rector se reunieron para revisar la situación. En su cuenta de Twitter, Serna dio cuenta del encuentro, habló de las gestiones que se hacen y expuso brevemente de lo que se trata: “un problema financiero estructural”.

Así es: los millones que se consigan para solventar el cierre del año, no serán más que un paliativo; sí, 900 millones de pesos que serán sólo como una ‘aspirina’ que de muy poco servirá para atender la enfermedad.

En la UMSNH hace falta, urgentemente, una reforma que necesariamente pasa por revisar sus contratos colectivos, tanto con el personal docente como administrativo, así como a su régimen de jubilaciones y pensiones, que tienen asfixiadas las finanzas universitarias y secuestrada -a querer o no- la educación de los nicolaitas.

Se engañan y pretenden engañar a los michoacanos, quienes -concedámosles que de ‘buena fe’- anclados en visiones paternalistas y del sindicalismo de los años setenta y ochenta del siglo pasado, defienden prebendas contractuales que hoy son imposibles de cumplir, a costa y riesgo del futuro y viabilidad inmediata, en este caso, de lo que para todos debería ser nuestra máxima casa de estudios.

Y si así lo es, pues no queda de otra: defendamosla. Pero no con patrañas.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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