El Partido de la Revolución Democrática (PRD) definirá este fin de semana el método de selección de su candidato presidencial y con ello mandará una clara señal de lo que será su participación en la alianza electoral que ha ido tomando forma con Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano (MC).

Con lo que aprueben los perredistas en su Consejo Nacional extraordinario del sábado en Ciudad de México, podrá saberse si -como dicen algunos analistas y periodistas- ya aceptaron que la candidatura presidencial de la eventual coalición partidista recaiga en un panista, concretamente Ricardo Anaya, o si están decididos a empujar dentro del llamado Frente Ciudadano una candidatura legitimada por la contienda democrática.

Lo que algunos trascendidos periodísticos y analistas políticos sostienen es que ya habría un acuerdo cupular entre los tres partidos, a partir del cual la candidatura presidencial sería de Anaya; la postulación a la jefatura de Gobierno de CDMX sería perredista (para Barrales), y la jefatura de gabinete del eventual gobierno frentista para el emeceista Dante Delgado, que por lo demás amarraría el apoyo de sus nuevos “socios” para el jalisciense Enrique Alfaro.

Este supuesto acuerdo -sin siquiera haberse confirmado- ha significado para los promotores e impulsores del Frente las mayores y más feroces críticas, tanto de sus opositores del PRI y Morena, como de politólogos, intelectuales y dirigentes de agrupaciones sociales que esperarían una mayor apertura y amplia convocatoria para la selección de las principales candidaturas rumbo al 2018.

Particularmente, las críticas al PRD van en esta dirección: actúa como comparsa del panista Anaya y al hacerle el juego sucio al joven dirigente del blanquiazul, el perredismo empequeñece y se condena a extinguirse en 2018 en caso de no seguir atado a la embarcación azul.

Así que los perredistas están en esa disyuntiva: o ser escolta y encubridores de las acusadas ambiciones de Anaya o llevar aire fresco al Frente y alentar no sólo la competencia democrática, sino abrirla a la sociedad.

Aquí se queda… ¡aquí entre nos!

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