Ciudad de México.- María Reina Dávila de 32 años de edad, fue localizada a cuatro metros de profundidad, bajo toneladas de escombros del colegio Enrique Rébsamen.
Era trabajadora de intendencia de la escuela que albergaba a casi 400 alumnos, pero también ayudaba con la limpieza en la casa de la directora y dueña del lugar. La vivienda se encontraba en el cuarto piso del plantel, a Reina la encontraron en el segundo.
Más de 120 horas tuvieron que pasar para que fuera localizado el cuerpo, el que se presume, era el último atrapado entre los restos del Rébsamen.
Su esposo, Gregorio Mosqueda, esperó más de 120 horas para saber que su mujer no sobrevivió al sismo del pasado 19 de septiembre.
Gregorio estuvo día y noche al pie del colegio, su familia lo acompañaba por turnos y dormía en el número 73 de la calle Brujas, a un costado de la escuela, un lugar habilitado como punto de encuentro para familiares de las víctimas.
Durante tres días vio cómo eran entregados uno a uno, los cuerpos de 25 personas, 19 niños y seis adultos, pero de Reina no sabía nada.
El jueves 21 de septiembre se supo que en el colegio Rébsamen solo quedaba un cuerpo por localizar, así lo anunciaba el subsecretario de Marina, Ángel Enrique Sarmiento, quien echaba abajo la versión de que en el lugar había al menos cinco personas más.
Pasaron tres días más de búsqueda con la novedad de que el primer túnel que se cavó para buscar a Reina no arrojó resultados positivos. Por eso abrieron otro a ocho metros del primero, ahí donde los binomios caninos de Marina, Sedena y un equipo de rescate canadiense hicieron el nuevo marcaje.
A las 12:30 horas de este domingo, el secretario de Marina, Vidal Soberón, recorrió la zona, supervisó los trabajos y saludó al personal que tomaba parte en las labores. “No nos derrotaremos en la búsqueda”, anunciaba.
Recuerdan a víctimas
En una pequeña urna blanca yacen los restos de Valentina, las fotos de otros niños acompañan el altar que en la Parroquia del Carmen y San José improvisaron para recordar a las víctimas del colegio.
También estaba el recuerdo de Paquito, Gus, Diana, José Eduardo, todos los 19 alumnos que quedaron atrapados entre los escombros.
La familia de Santi, el niño que provocaba risas cuando soñaba cada día en ser como Cristiano Ronaldo lo recordó con globos blancos, en medio una estrella que decía: “Santi CR7”.
Qué decir de un abuelo que aprovechó para escribirle una carta a su nieto, en ese globo mencionaba:
“Hermoso Gus, te amaré para toda la vida, hoy no estás con nosotros, extrañaré tu risa, tus juegos y tus travesuras, pero estarás ahí cuando recuerde los cuentos y nuestras pláticas, cuando te recostabas y dormías mientras llegaban tus papitos a recogerte. Te amo campeón”.
Así se despidió la comunidad Rébsamen, nadie culpa a los directivos, tampoco a los dueños de construir su casa en la parte superior del edificio que colapsó la tarde del martes 19 de septiembre dejando sepultadas a decenas de personas.
Fuente: Milenio