Santiago, Chile.- En el ballet, como en el deporte o la música, los premios también importan y la competencia es el clima atmosférico que todos los participantes respiran cuando una compañía llega lejos. Bajo esas consideraciones se podría decir que la bailarina argentina Ludmila Pagliero ha jugado varias veces en las mejores ligas y que al menos en un par de oportunidades alzó una copa de campeones: en marzo del 2012 fue nombrada “estrella” (“étoile”) del Ballet de la Opera de París y hace tres meses recibió el Benois de la Danse, el “Oscar” de la danza.
Con una trayectoria que la llevó brevemente además al American Ballet de Nueva York en el año 2003, Ludmila Pagliero (33 años) tuvo sus inicios profesionales en Chile, cuando con 16 años llegó al Ballet de Santiago. Ahora, ubicada en el más alto escalón de la exclusiva compañía parisina, retorna para protagonizar el ballet La sylphide mañana en el Teatro del Lago (ver ficha) de Frutillar.
“Estar en Chile fue muy, muy importante para mí. Yo tenía muchas expectativas y lo mejor de todo es que me ofrecían un nuevo escenario, nuevas producciones”, cuenta desde Frutillar, donde ensaya junto al argentino Ballet del Sur, que dirige Ricardo Alfonso. “Me fui muy chica a Santiago. Era adolescente y fue duro estar sola, pero la excitación y adrenalina de llegar a ser una bailarina profesional me permitieron enfrentar todo”, recuerda.
Junto a su compatriota Marianela Núñez (primera bailarina del Royal Ballet de Londres) es una de las dos trasandinas que ocupan puestos relevantes en el mundo de la danza, aunque la condición de “estrella” le da un sabor especial a su trabajo. Es, por definición, más que una “primera bailarina”, y es la primera no europea en ocupar la posición en la compañía creada por el rey Luis XIV hace 347 años. El Ballet de la Opera de París es uno de los tres más importantes del mundo junto al mencionado Royal y el Bolshoi de Moscú.
“El día en que me nombraron ‘étoile’ de la compañía fue muy especial: me levanté pensando que iba a hacer una cosa y terminé en otra. Se lesionó la bailarina principal de La bayadera, y me lo ofrecieron a mí, que llevaba dos años sin hacerlo. Era tirarse a una piscina llena sólo hasta la mitad, y lo hice. Sólo pensé en jugármela”, dice sobre la experiencia que le mereció alcanzar la categoría de “estrella” al fin de la función.
En el Teatro del Lago bailará otro ballet del siglo XIX (el mencionado La sylphide), del que explica: “Lo he hecho muchas veces y lo aprendí con la francesa Ghislaine Thesmar, para quien fue creado. Estuve muchas horas con ella enterándome de los colores y los diferentes matices de los personajes, de las escenas. Me encanta y creo que su principal dificultad es que es muy delicado y hay que tener cuidado en las posturas que uno realiza. Todo debe resultar muy natural”.
Parte de una generación de bailarines latinoamericanos que sucede a Julio Bocca, Fernando Bujones o Carlos Acosta, Ludmila Pagliero cree que las compañías actuales se caracterizan por la multiculturalidad (“es lo bonito de la danza: en una compañía encuentras a cubanos, rusos, de todo”), pero sí le da un especial voto de confianza a los latinoamericanos. “Si tuviera que hablar de alguna característica que nos defina, tal vez podría ser un calor y una energía especial en las presentaciones. Debe venir por el calor, ¿no?. A uno lo reconocen por la pasión y la euforia”, dice.
Fuente: LaTercera