Es cierto que la política no es cosa de santos ni para almas de la caridad. Pero lo que está ocurriendo en Morena ya es como una diablura que vaya usted a saber qué tipo y nivel de traiciones e intrigas terminan por fraguarse.
Mire usted: si le resultaba un tanto inexplicable la aceptación y perdón incluido al ex recaudador foxista, Lino Korrodi, más le sorprenderá que el ahora nuevo apóstol pejista haya llegado de la mano del sonorense Alfonso Durazo Montaño, ex priista, ex secretario particular y ex vocero del mismo Fox, eterno aspirante a gobernar su estado y ahora -¡faltaba más faltaba menos!- seguro defensor a ultranza de los designios del famoso “dedito tabasqueño”.
Así como lo oye. Alfonso Durazo, quien no tiene otra gracia conocida que haber aprendido a navegar con la bandera de ser “heredero” -uno de tantos que así se asumen- del legado de Luis Donaldo Colosio, es ahora actor principal en la mesa de Morena y, por lo visto, influye para decidir quién puede ser beneficiario del perdón. Del pan y del vino.
Durazo Montaño era secretario particular de Colosio Murrieta en la campaña presidencial que terminó en la trágica tarde del 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas. Vagó en los siguientes meses y años sin mucho éxito y nada de tino.
Aparecía cada año, cercanos los días 23 de marzo, con alguna declaración “tronante”, “reveladora” sobre el asesinato del candidato. Tuvo acercamientos entonces con el PRD, pero terminó por “convencerse” y convertirse al foxismo.
En el año 2000, en efecto, el panista Vicente Fox lo suma a su campaña presidencial. Eran los tiempos de la arenga al llamado voto útil y que mejor que un colosista arrepentido del PRI, evaluaron aquella vez Fox y su influyente vocera Marta Sahagún.
Durazo se coló, se coló y se coló. Y luego del triunfo en el 2000 fue premiado con la secretaria particular del presidente Fox. Fue en ese período que tejió alianza con el tamaulipeco Korrodi, amigo desde la juventud de Fox, y creador de la asociación con la que recaudaron millones y millones de pesos para la campaña del guanajuatense.
Experto en intrigas palaciegas, sobrevivió entre ellas: Fox lo nombró también su vocero hacia finales de 2003 y ya avanzado 2004, el muy refinado colosista renunció. Eso si, en una extensa carta le tendió a Fox y le tundió a la esposa. Se daba cuenta que habían traicionado los principios de la democracia y bla bla bla. Ya sabe usted que tienen listo el machote para cada cambio de camiseta.
Y en esas Korrodi y Durazo se pusieron la de AMLO. Sin ningún pudor.
Atragántense ahora que hay, que caray. ¡Y que viva la mafia en el poder! Andrés Manuel perdona todo… Lo que le conviene.
Aquí se queda… ¡Aquí entre nos!