Texto y fotos: Juan Antonio Magallán

Morelia, Michoacán.- Tania, la joven madre de 23 años, festeja este día a sus 4 hijos con mole que ha cocinado en la estufa de leña de su casa de madera. Ella, sus hijos y sus padres son moradores de la colonia irregular Ampliación Leando Valle desde hace tres años. Sabe que la zona no es la mejor para procurar a sus hijos un desarrollo en condiciones dignas. Pero no hay más.

Los hijos de Tania engrosan las cifras de la población infantil que vive en la precariedad económica en esta colonia, ubicada en las faldas del cerro del Quinceo.

Y es que, sin condiciones de desarrollo pleno, entre carencias de servicios básicos como luz, agua y drenaje, más de mil niños y niñas que viven en la colonia irregular Ampliación Leandro Valle celebran el Día del Niño este 30 de abril.

La familia Martínez Pérez que vive en esta zona del Poniente de Morelia desde hace tres años, relata que en la Ampliación Leandro Valle hay por lo menos 500 casas de madera, y en casi todas viven en promedio entre dos y cuatro niños.

“En todas las casas hay niños y se les puede ver todo el día. Algunos sí asisten a la primaria, pero muchos no, a veces los padres trabajan todo el día, y no tienen tiempo de procurarlos, vivimos en pobreza y a veces hay que trabajar todo el día”, comparte Rosalba Pérez Rosas de 64 años, madre de cinco, abuela de 27 y bisabuela de 14 infantes.

La mujer, oriunda de Morelia, lamenta que las condiciones en las que viven los cerca de mil niños de la Ampliación Leandro Valle no son las más propicias para un desarrollo pleno.

La vivienda de la familia Martínez Pérez está situada sobre las faldas del Cerro del Quinceo. Está construida de madera y láminas de cartón, como las de la mayoría de los moradores; sin embargo se puede apreciar que algunas de las improvisadas cuentan con antenas de televisión por cable.

Rosalba cuenta que sus nietos y bisnietos “están regados” en Morelia y Estados Unidos, pues dos de sus hijos migraron a ese país. Ella vive la misma suerte que han corrido miles de familias de los cuatro millones de connacionales que residen en la Unión Americana.

Tania, Martínez, una de las nietas de Rosalba, tiene 23 años y ya es madre de cuatro infantes. Relata que festeja a sus niños con mole que ella cocina en una improvisada estufa de leña que tiene en su humilde hogar.

“Soy madre de cuatro hijos. Tengo uno de cinco, dos gemelas de cuatro y el pequeño que tiene tres. Este Día del Niño lo celebro cocinándoles algo que les guste, el mole es su favorito. Todos están en el kínder, menos Lizandro que es el más pequeño”, relata la joven mamá mientras abraza al infante de mirada luminosa.

Tania Martínez comparte que las condiciones de vida de sus hijos, de sus padres y de ella misma, no son las mejores para vivir en la zona, “cuando llueve y baja el agua hay muchísimas infecciones por los baños, tenemos que acudir constantemente al Seguro Popular para que los niños se curen”, expresa.

El patriarca, don José Martínez Pérez cuenta que dos de sus cinco hijos tuvieron que migrar a Estados Unidos para buscar mejores condiciones de vida y junto con sus otros tres hijos procurar las necesidades mínimas indispensables para sus 27 nietos. A un par de sus vástagos los ve de vez en cuando.

Desde hace 16 años, Don José se dedica a vender elotes en las colonias populares para llevarles sustento a sus hijos y nietos, antes de eso fue taxista y supervisor de una empresa de limpieza a la que le entregó 716 semanas cotizadas en el IMSS, sin que hasta la fecha haya podido recibir los beneficios pensionarios.

Trabaja de cinco de la mañana a nueve de la noche, para vender elotes en las colonias del poniente de Morelia. “Lo elotes los vendemos en tres pesos, así preparados, como los que te venden como a 20 pesos en el Centro, pero si los damos más caros en las colonias no los pagan”, apuntó.

Su hija Edith Martínez Pérez lamenta que sus hijos, primos y conocidos abandonen la escuela, y dice que a los niños “no les ha interesado acudir a la escuela”.

“A mi hija menor la mando a la escuela, porque no quiero que ande igual que yo, pero ella no quiere, y lo que le digo es que vea cómo estamos nosotros, que por no tener estudios uno no tiene oportunidades de mantener bien a nuestros hijos”, reflexiona.

“A los hijos se les ha brindado oportunidades para el estudio, pero no aprovechan. Los niños no han sabido aprovechar, pero también tienen la culpa los padres que se van todo el día y dejan a sus hijos, los descuidan”, lamenta Edith.

Esta es la realidad que vive desde hace años el 59 por ciento de los niños de Michoacán, pues de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el 59.2 por ciento vive en pobreza, y el 14 por ciento vive en pobreza extrema.

El Coneval destaca que el 25 por ciento de la población en Michoacán en vulnerable por carencias sociales, mientras que el 4.1 por ciento es vulnerable por ingresos.

Los indicadores hablan

La Coneval distingue pobreza de la pobreza extrema, así: el pobre es una persona que se encuentra en situación de al menos una carencia social, en los 6 indicadores de rezago educativo, acceso a servicios de salud y a la seguridad social; calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación.

Pero además, que su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.

Una persona en situación de pobreza extrema es aquella que tiene tres o más carencias, de seis posibles, dentro del Índice de Privación Social y que, además, está por debajo de la línea de bienestar mínimo.

Las personas en esta situación disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana.

Los indicadores de carencia social en Michoacán, resaltan que el 27 por ciento tienen rezago educativo, el 26 por ciento carece de servicios de salud, el 71 por ciento no tiene seguridad social, el 15 por ciento carece de acceso a la calidad de espacios y vivienda y el 31.7 por ciento carece de acceso a la alimentación.

Bajo dichas condiciones, los niños michoacanos celebran el Día del Niño este 30 de abril; sus sonrisas no se dejan de dibujar en su rostro.

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