El tiempo no corre a su favor

Pase lo que pase en las elecciones del próximo 4 de junio en los estados de México, Coahuila y Nayarit, los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y quienes promueven el llamado Cuarto Polo, deberán acelerar si no la definición de sus candidatos presidenciales, sí los procesos y los métodos de selección. Si esperan hasta el fin de año -como casi todos lo tienen previsto- pudiera ser algo más que riesgoso en sus aspiraciones.

Muchas son las voces que al interior de esos partidos comienzan a escucharse en ese sentido; entre los priistas, incluso, devaluada como está la figura del presidente Enrique Peña Nieto, nadie se traga aquella tesis que el mexiquense planteó a un grupo de periodistas el año pasado: la elección nacional es tan grande que abre la posibilidad de ganar a alguien que “hoy sólo sea conocido por el 1 por ciento de la población”.

Las preocupaciones y las llamadas de alerta se escuchan por todos los frentes. Matices más o menos, todas coinciden: los resultados en aquellas tres entidades sólo confirmará que el del 18 será el proceso más cerrado de las últimas cuatro presidenciales en el país; el único que saldrá fortalecido será Andrés Manuel López Obrador, pues es el único seguro en las boletas dentro de un año; ante la falta de definiciones y claridad, las militancias pueden caer en una inmovilidad peligrosa.

Esa misma indefinición puede agudizar las pugnas y divisiones internas en los partidos, y cuadros medios y altos podrían optar por abandonarlos, en búsqueda de otras opciones que les brinden lo que estará en juego también: las diputaciones a las cámaras del Congreso de la Unión; los congresos locales y los ayuntamientos.

Todos traen, pues, una olla exprés que les puede estallar si no ajustan los tiempos. Priistas, perredistas y los del Cuarto Polo, sobre todo, están conscientes que la “agenda” se las puede empezar a marcar López Obrador, en abierta campaña -además- por resquebrajar su militancia y disminuir su capacidad de movilización electoral.

El escenario de la derrota los aterra

Esas son las generales que, por lo que dicen, toca a todos los partidos; pero están las particulares. Y las cosas se les ponen aún peor, sobre todo porque ahí ya se considera el factor de la derrota y hasta los casos que pueden darse de estrepitosas caídas.

El escenario de la derrota los aterra -obvio, de esta sensación no se escapan ni los morenos- y ante esa eventualidad nadie duda, ni en el PRI ni en el PAN ni tampoco en el PRD, que después del 4 de junio, entre más pronto se tomen las definiciones, será mucho mejor.

PRI: si no gana el Edomex, lo que sigue es el abismo

Es en el Revolucionario Institucional donde los escenarios lucen más sombríos y complicados. “Para nosotros no hay de otra, o ganamos en el Estado de México o ganamos… Perder para nosotros es el abismo”, nos confío a esta columna un priista de la dirigencia nacional.

Se rompería la verticalidad que les ha dado coherencia e institucionalidad: el presidente ya no sería el factor decisivo en la sucesión. Y en caso de que se empeñara en nombrar al candidato, podría darse un rompimiento que sería ya el anuncio anticipado, inevitable, de su derrota.

PAN: Del optimismo a la moderación

En Acción Nacional, ha decaído el entusiasmo que en un principio les provocó la candidatura mexiquense de Josefina Vazquez Mota, más todavía porque se perdió la oportunidad de ir alianza con el PRD en esa entidad.

Aunque hay plena confianza en el triunfo en Nayarit (donde si se concretó la coalición con los perredistas) y “muy buenas” perspectivas en Coahuila, el CEN panista que encabeza Ricardo Anaya cargó sus baterías en el Edomex. Y las cosas no pintan como se creía.

Una derrota -análisis internos, hoy, no descartan caer hasta el tercer lugar- obligaría a Anaya y su grupo a ceder ante las presiones de los calderonistas, que insisten en tener candidato o candidata presidencial antes de que empiece el último cuatrimestre del año.

La lucha entre los grupos panistas -que perfilan tres opciones presidenciales- se va a poner al rojo vivo después del 4 de junio. Y la única forma de que no les explote, es la definición de su candidatura para el 18.

PRD: cómo, con qué y para qué quiere llegar

Los liderazgos de las corrientes perredistas, por su parte, tienen la doble encomienda: primero, demostrar que sí son una fuerza viva, con una candidatura fuerte que contraste con el discurso de Lopez Obrador, y segundo construir una propuesta con la solvencia suficiente para convocar a la conformación de un frente político, tal vez con MC y PT, que les permita cerrar el año con un piso no inferior al 10 por ciento en la intención del voto.

Su militancia puede ser la más vulnerable a los efectos de la campaña lopezobradorista, por lo que las definiciones no pueden seguir alargándose, a riesgo de que pierdan incluso espacio con poder de decisión en ese eventual frente y la posibilidad de jugar con fichas propias en el 18.

Su futuro en el espectro partidista es el que está en riesgo. Y es el cómo y el para qué lo que tienen que aclarar.

Nos leemos en Plana Mayor, en siete días.


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