Rodrigo Sandoval
Morelia, Michoacán.- La encargada del Centro Nicolaita de Estudios Migratorios, María Elena Rivera Heredia, enfatizó la importancia de trabajar el aspecto psicológico de los migrantes deportados que llegan a nuestro país.
“Estamos recibiendo a migrantes retornados no voluntariamente, que vivieron procesos de persecución, de miedo, de discriminación exacerbada, que además cuando regresan a sus comunidades no necesariamente tienen una familia que los reciba”, explicó.
Resaltó que las cifras son dramáticas, pues en los últimos 10 años cerca de 3 millones de mexicanos han sido deportados.
“No todos llegaron a Michoacán, pero si una buena parte, y se han venido insertando en sus comunidades de manera paulatina y silenciosa”.
El problema radica en que el migrante se enfrenta a una realidad que ha dejado en su pasado, por lo tanto se convierte en desconocida para él, pues a quienes dejó en su camino para migrar a otro territorio tienen ahora “su vida hecha, sus bienes, sus capitales, sus amores”, explicó Rivera Heredia.
Por lo anterior, consideró que el trabajo del área de la Salud, los servicios médicos y los servicios psicológicos deben estar capacitados para acompañar al afectado durante su inestabilidad que implica un retorno no voluntario, por lo que comentó, se debe trabajar en conjunto con el área de Salud del estado para dotarlos de las herramientas necesarias para afrontar su situación.
“Se trabaja en una vinculación con la Secretaría de Salud para tratar de capacitar a su personal en estrategias, herramientas, técnicas para estar mejor preparados en la atención al migrante de retorno”, destacó.
Detalló que algunas de las consecuencias que podría sufrir el migrante que no es apoyado psicológicamente de manera adecuada podrían ser el estrés postraumático, alteraciones de sueño, alteraciones de alimentación e incluso crisis de pánico para algunos de ellos.
“Algo menos dramático, pero también muy perturbador, pueden ser situaciones de dificultades para el manejo de la tristeza o cuadros de enojo fuertes”, manifestó.
María Elena Rivera Heredia consideró que el apoyo a estas personas afectadas por la deportación debe ser atendidas, de lo contrario “está pasando un mayor número de meses y años en situaciones difíciles y silenciosas”. Esto se refleja principalmente en aislamiento, depresión, consumo de sustancias o hasta una vulnerabilidad suficiente para ser captados por la delincuencia organizada, describió.