De escuchar, a veces, tanta barbaridad uno ya no sabe si reír o llorar. Pero es lo que hay.
¡Oh, qué cosas! Y ayer se sumaron dos días con una misma cantaleta, tonadita muy conocida de incongruencia. Monumento a la desfachatez a cuenta del erario. Sandez supina.
Veamos si no:
El senador Miguel Barbosa, que disfruta de jugosas prerrogativas como perredista, muy decidido y con mirada como no queriendo ser el tonto del pueblo, dice haber “descubierto” que el PRD trama una alianza electoral con el PAN para los comicios presidenciales del 2018. Sublime pensador de grandes obras políticas, advierte que se teje una alianza -con el PRI incluido- para frenar el ascenso de Andrés Manuel López Obrador, a quien antes criticó pero que ahora respaldará para que gane, ahora sí, el próximo año.
¡Ah! Pero que nadie crea que el mentado senador dejará las prerrogativas que le significan ser el coordinador en la Cámara Alta del partido que hoy acusa. ¡Faltaba más! Quedamos en que no quiere parecer el tonto del pueblo, ¿ok?
La verdad, esto es de locura. No es posible que sujetos de este tamaño pretendan seguir “haciendo política” y buscando cargos públicos.
Porque eso es lo que está en el fondo de su interés: hacer grilla para mantenerse vigente y seguir viviendo del dinero público. Si no es con uno, será con otro. El que mejor pague, que ellos siempre estarán para ponerse de tapete.
Ya lo hemos dicho en este espacio. La crítica que se les hace a los perredistas que como Barbosa hoy buscan acomodo en Morena y el cobijo de Lopez Obrador, es su oportunismo e incongruencia. Su doble cara y sus mentiras completas; lo absurdo que resulta seguir escuchando de su boca que son de izquierda y progresistas.
Senador Barbosa, tenga un poco de dignidad: si usted está tan convencido de apoyar a López Obrador y ya descubrió que el partido en el que milita y por el cual cobra -y muy bien, por cierto- es parte de un complot contra su ahora candidato, ¡renuncie! No hacerlo sólo tiene un calificativo: corrupción.
Su conducta y verborrea resultan bochornosas, patéticas. De verdad, para reír o llorar.
Lo leyó usted en primeraplananoticias.mx
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