Los Ángeles, EU.- En medio de la ola de odio, xenofobia y discriminación desatada por la campaña de Donald Trump, y ahora con su política de gobierno, millares de estadounidenses alzan la mano para proteger a sus amigos, vecinos, e incluso desconocidos que no cuentan con papeles que acrediten su estancia legal en el país, a pesar de los riesgos legales que contra ellos conlleva estas acciones, los cuales están dispuestos a enfrentar por amor al prójimo.
En el segundo piso de una vivienda en el sur de Los Ángeles, en California, se prepara un refugio para inmigrantes indocumentados. En ese espacio, ubicado en una zona que por décadas ha sido hogar de cientos de familias sin papeles, temen que en cualquier momento puedan llegar a buscarlos agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), reporta Univisión es su portal Web.
El dueño de la propiedad, que pidió no divulgar su nombre, asegura que está dispuesto a albergar a cualquiera que enfrente un proceso de deportación y por el tiempo que sea. “Aquí se puede poner una cama”, dice.
“Nos conocemos todos en la cuadra y hemos identificado a quién apoyaríamos”, agrega.
Su plan es habilitar dos habitaciones más para acomodar a la mayor cantidad posible de inmigrantes. En su hogar también está disponible la sala, pero hay un “riesgoso” inconveniente: a quienes estén ahí les tocará responder las preguntas de los agentes migratorios, si estos llegaran hasta el pórtico.
Cerca de ahí, otra vecina que pide ser identificada como Karla ofreció refugio en su casa a su niñera, cuyo familiar fue uno de los 161 indocumentados arrestados en los operativos que ICE realizó hace dos semanas.
“El señor todavía está detenido y los agentes iban por otra persona que vivía ahí”, dijo.
Estas ‘casas santuario’ son parte de los llamados ‘Comités de Resistencia’ que empuja la organización angelina Unión del Barrio, cuyo objetivo es conectar cuadra por cuadra a aquellos vecinos que estén dispuestos a refugiar a indocumentados. La iniciativa apenas nació, pero ha sido bien recibida en la zona del centro sur de la ciudad, Lennox y otros lugares de Los Ángeles.
Estas acciones coinciden con los esfuerzos que realiza un grupo de iglesias angelinas, que desarrolla una red de hogares para ofrecer cobijo a las personas que estén en la lista negra de ICE. De hecho, líderes religiosos ya rehabilitan una casa en la que se espera puedan vivir hasta cuatro familias. Su ubicación es secreta.
“Es en caso de que haya personas en peligro de deportación, donde los padres van a ser expulsados y los hijos se van a quedar acá, porque no queremos la separación familiar, creemos que la familia es fundamental para una sociedad fuerte”, expresó el pastor Melvin Valiente a Univision Noticias.
De las redadas de Obama a las de Trump
La “lucha” de Unión del Barrio le lleva ventaja a la iniciativa de las llamadas ‘casas santuario’. En la década pasada –durante el mandato de Barack Obama– fue parte de la coalición que formó el llamado “Frente contra las redadas”, que ofrecía una línea telefónica por la que los inmigrantes alertaban de la presencia de agentes de ICE. Posteriormente, se convirtió en un recurso para evadir los retenes policíacos en los que eran confiscados los vehículos de los indocumentados, antes de que California decidiera otorgarles licencias de manejo.
Ahora, la organización usa las redes sociales, aplicaciones para celulares (como WhatsApp) y todo lo que esté a su alcance para “cuidarnos unos a otros”, aseguran.
Uno de sus primeros pasos ha sido crear registros de los hogares “prioritarios”: los domicilios de personas con cuentas pendientes con la justicia o con un historial de deportaciones.
“Porque si alguien tiene un récord criminal y está registrado en esa dirección pone a toda la familia en riesgo. Pero si vemos una casa donde nadie tiene papeles, pero nadie tiene un récord no es tanta la prioridad”, explica Ron Gochez, dirigente de Unión del Barrio.
A decir de Daniel Montes, un miembro de Unión del Barrio, el principal objetivo es despertar la solidaridad en cada vecindario, centro de trabajo, escuela, iglesia y familia en Estados Unidos donde haya un indocumentado que esté huyendo de ICE.
“Se pueden organizar entre familias. Por ejemplo, se unen 20 parientes y entre ellos comparten información, saben qué está pasando, lo mismo se puede hacer en un lugar de trabajo”, dijo.
En una región donde viven alrededor de un millón de indocumentados, según cifras del Centro Pew, seguro harán falta ‘casas santuario’ si hay redadas masivas.
‘Resistir con creatividad’
En el pórtico de su casa, Karla cuenta que el año pasado su hogar dio morada a una madre hondureña y a sus dos hijas, que después de salir de un centro de detención de ICE en Texas necesitaban un techo. “No conocían a nadie y les dieron un lugarcito, pero luego se quedaron desamparadas”, señaló.
Hija de un matrimonio salvadoreño, Karla ha salido a tocar puertas en su comunidad para informar a sus vecinos sobre lo que deben hacer en caso de que lleguen agentes migratorios.
“Les decimos sus derechos básicos, como no abrir la puerta, que exijan una orden de allanamiento, y mucha gente ni sabía eso”, comentó ella. “Calma no podemos ofrecer, porque no se sabe cómo van a estar las cosas en las próximas semanas”, agregó.
Este proyecto incluye un aspecto educativo, como advertir a la comunidad, por ejemplo, que los elementos de ICE se identifican como ‘policías’, un “engaño” con el cual la agencia logra entrar en las casas de los indocumentados y efectúa deportaciones de personas que no están entre las nuevas prioridades de deportación.
“El mensaje es que nosotros tenemos que asumir la responsabilidad de defender a nuestras familias”, comenta Adrián Álvarez, un integrante de Unión del Barrio que ha organizado a residentes de Lennox, un sector del sur de Los Ángeles, para establecer ahí ‘casas santuario’.
“Con la creatividad de la gente vamos a encontrar la forma de cómo resistir de mejor manera”, agregó el activista.
El grupo pretende echar mano de la promesa de las escuelas públicas de Los Ángeles de convertirse en refugio de estudiantes y sus familiares sin papeles, así como de iglesias y centros comunitarios.
En esta fría mañana en Los Ángeles, Karla observa su calle, que paulatinamente se agita por los padres que se van al trabajo y los niños hacia la escuela. Ella asegura que no teme a la propuesta del presidente Donald Trump de castigar a quienes ayuden a los indocumentados. Su casa, dice, siempre tendrá las puertas abiertas para los migrantes y las cerrará cuando llega ‘La Migra’. “Me siento con el deber de hacer lo que tengo que hacer”.