Juan Antonio Magallán
Morelia, Michoacán.- La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ha tenido 600 reformas en sus 100 años de vida, que los cumplirá este 5 de febrero. A lo largo de este siglo, lo que se ha hecho es propiciar la violación sistemática de los derechos jurídicos y humanos de los mexicanos, que han sido usados para prácticas clientelares que no fomentan las libertades del individuo. Sólo el 22 por ciento de sus artículos no han sido reformados.
El próximo 5 de febrero la Carta Magna cumplirá 100 años de haber sido promulgada; sin embargo, al análisis retrospectivo del documento, académicos, autoridades y líderes de opinión han coincidido en que está desfasada a las necesidades del siglo XXI en el país.
Esta reflexión la hacen el académico Alonso Torres Aburto, catedrático de la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH); Alberto Begné Guerra, titular de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación (Segob), y Antonio Tenorio Adame, investigador y columnista mexicano.
Torres Aburto sostiene que la Constitución de 1917 fue producto de los intereses de una facción política, liderada por Venustiano Carranza (constitucionalistas) que logró derrotar a sus adversarios (convencionalistas) en el proceso histórico denominado “Revolución Mexicana”.
Enfatiza que no se debe soslayar que la Constitución fue la síntesis de la lucha armada que llevó a una facción dominante al poder y en 1916 se llamó a un Congreso Constituyente para elaborar un pacto social que estableciera las necesidades de la época.
“Sin embargo, ellos creían que esas necesidades eran extensivas para toda la sociedad, cuando no se expresaban los intereses en su totalidad”, analiza.
El historiador michoacano reconoce que a 100 años de la promulgación del documento el país requiere de una nueva Constitución que responda a las necesidades, en términos económicos y sociales ,sobre la función del Estado, que le sepa dar certeza a la sociedad organizada, a los grupos empresariales y obreros del país.
La Constitución se usó para fomentar clientelismo; su valor es simbólico: Segob
Alberto Begné Guerra, titular de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaria de Gobernación (Segob), expuso en el Foro Internacional “Michoacán Gobernanza y Desarrollo Democrático” que desde su nacimiento la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ha utilizado los derechos sociales para prácticas clientelares que no fomentan las libertades del individuo.
“Sólo nos hemos llenado la boca al hablar del Estado de derecho sin ver el derecho fundamental de los ciudadanos”, consideró.
El funcionario federal criticó que la clase política se llene la boca de frases alusivas al “Estado de derecho”, por lo que la Constitución ha adquirido un valor simbólico, sin ser un instrumento jurídico eficaz para generar un ordenamiento de la vida pública y social.
Begné Guerra señaló que gracias a la transición partidista que arrancó en 1997, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dejó de tener mayoría en el Congreso de la Unión y que Cuauhtémoc Cárdenas asumiera el mando en la Jefatura de Gobierno en la Ciudad de México, se logró ir cambiando el paradigma político, lo que tuvo su mayor impacto en el año 2000, cuando hubo alternancia en el Poder Ejecutivo federal, al llegar el Partido Acción Nacional (PAN) a Los Pinos.
El funcionario federal señaló que si bien hubo un avance en esa pista electoral, la clase política desatendió otros frentes de la realidad social contenidos en la Constitución, entre ellos un sistema educativo eficiente, derechos de la nación sobre los recursos naturales, así como acceso a bienes y servicios.
“Se cuestiona en la actualidad si el modelo funciona, porque nuestra sociedad es dinámica y plural; se cuestiona si requerimos de componentes parlamentarios para darle elasticidad al ejercicio del poder público”, puntualizó.
Concluyó su charla criticando al presidencialismo añejo que se tiene en México, el cual ya fue “desdibujado” en “pequeños presidencialismos” (gubernaturas) que no tuvieron los contrapesos ni mecanismos de control reales y necesarios, al igual que los dos mil 500 municipios del país, que subsisten sin una plena solvencia institucional.
Sólo 22% del articulado sin modificar
El investigador Antonio Tenorio Adame desglosa que de los 134 artículos que emanan de la Constitución, el 22 por ciento no ha sido modificado y que cada una de las 600 reformas respondieron a la “intención del proyecto de nación” de cada administración federal, sin embargo no dieron solución a la dislocación social que han padecido y siguen padeciendo las clases de abajo.
El analista mexicano menciona que la primera fase del presidencialismo posterior a la Revolución Mexicana y a la promulgación de la Carta Magna, es decir, desde Venustiano Carranza (1917) hasta Miguel Alemán Valdés (1952), las reformas a la Constitución no eran por centenas, sino que cada administración le hacía 15 o 20 reformas.
La situación, explica, cambió cuando asumieron el poder en el Ejecutivo Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, cuyas reformas llegaban hasta 50 por sexenio.
Y el reformismo extremo llegó con los presidentes neoliberales, abundó, es decir de Miguel de la Madrid en adelante. Ahí las reformas ya llegaron a las centenas, para sumar las más de 600 reformas que ha sufrido la Carta Magna.
“México requiere de otra Constitución. Le urge”, concluyó el investigador mexicano.