Lobos con piel de corderos
Por Alejandro Báez
El profesor universitario Gabriel Wolfson publicó el siguiente texto el 31 de enero, día que terminó su mandato como gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle Rosas:
La carta gastadísima del PAN. Pan rancio.
En 2000, mucha gente de izquierda o zonas aledañas se tapó la nariz para votar por Fox (yo afortunadamente no tuve que tomar esa decisión, aunque juré que nunca votaría por Fox por puros principios morales y familiares: jamás por el PAN -ahora que, ya se sabe: si no me gustan esos principios, aquí tengo otros-). Cárdenas era un candidato muchísimo mejor (era un candidato; Fox era un payaso imbécil), pero, insisto, mucha gente se aguantó el asco porque, en fin, era la única manera que se vislumbraba para derrotar al PRI, y eso se vislumbraba como lo más apremiante. Bien. Seis años después, en cambio, no hubo ninguna reciprocidad ni, llamémosle así, generosidad: a la gente conservadora, de derecha o como queramos llamarla le daba asco y terror el Peje, y sin embargo jamás quisieron pensar que ese mismo asco y terror estaba en las cabezas de miles que no obstante votaron por Fox seis años atrás, votos sin los cuales Fox no habría ganado. A mí me pareció, generalizando, un acto de egoísmo y egolatría (por no decir un acto ideológico y nada práctico, legible muy bien en gente como Krauze).
En fin, ¿por qué pienso esto ahora? Porque ayer terminó por fin el sexenio del nefasto y estúpido Moreno Valle. Yo no voté por él (ni por Zavalita, líbrenos dios), pero recuerdo que pasó algo parecido: mucha gente sensata, antipanista, antipriísta, de izquierdas, etcétera, votó por Moreno Valle porque era la única opción factible de sacar al PRI por primera vez de la gubernatura de Puebla, pero además porque Moreno Valle clara y explícitamente jugó esa carta: la del candidato implícitamente arrepentido de su pasado priísta, la del sujeto cuya principalísima promesa no era económica (ni ‘infraestructural’) sino política: la democratización de Puebla. Ése fue el eje de su campaña, que, combinado con la urgencia de vencer al PRI, lo llevó a obtener una victoria contundente.
Por esto es que, además de violentados, regañados, maltratados, vejados, excluidos, los poblanos también podemos sentirnos fundamentalmente engañados, estafados por este cínico delirante que jugó la carta de la democratización y la convirtió en el despotismo caprichoso y colérico tan característico de casi cualquier tipo de autoridad en nuestro país.
Lo que dice Gabriel Wolfson, doctor en Literatura, se puede hacer extensible a cualquier candidato que se postule por la vía de los independientes. Es la forma más fácil de evadir su responsabilidad partidista pasada y, con golpes de pecho de remordimiento, engañar a una sociedad que hasta vacía de memoria, harta de un sistema y necesitada de un redentor. ¿Y qué mejor redentor que quien se arrepiente públicamente de sus pecados, aunque sea solo de dientes pa’ fuera?
Es cierto que el sistema partidista político mexicano está colapsado desde hace muchos sexenios; es verdad también que la idea, por lo menos en la abstracción, de un candidato que se postule fuera de un organismo político refresca la falsa democracia mexicana…, pero ¿cómo validar a un candidato para cualquier puesto de elección si la norma es que se lanzan como independientes por no haber sido electos candidatos dentro de su propio partido y, en un acto de berrinche electorero y electoral, rompen con su propia plataforma, con sus propios colores y reniegan de lo que fueron y se presentan saneados como independientes?
Son más sus ansias de poder que su autenticidad ideológica. Así como en Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas llegó a la gubernatura rompiendo con el PRI, exactamente igual que en Nuevo León con Jaime Heliódoro Rodríguez Calderón, ‘El Bronco’; aquí en Morelia, a nivel municipal, Alfonso Martínez Alcázar no logró la postulación del PAN y la ganó por la vía de la independencia.
Previo a las elecciones del 2015, pude entrevistar a Manuel Antúnez Oviedo, ex priísta que se lanzó a la campaña por la gubernatura michoacana abanderado por Movimiento Ciudadano. Él hacía énfasis en lo mal que estaba Michoacán, especialmente por culpa de los gobiernos del PRI.
–¿A qué equipo de futbol le va? –pregunté rompiendo la reflexión política.
–Pues al Monarcas –respondió Antúnez Oviedo.
–Como un caso hipotético, si usted dejara Michoacán, por la razón que sea, ¿dejaría de irle al Monarcas?
–Por supuesto que no –dijo enfático–. Soy Monarca de corazón.
–Entonces, candidato Manuel Antúnez Oviedo, ¿cómo creerle que ya no trae puesta la camiseta priísta, si ese ha sido desde siempre el partido político de su militancia?
No hubo respuesta.
Los tiempos políticos se aceleran en todo el país en miras al 2018. Hagamos conciencia de quienes son los candidateables. Tengamos memoria de dónde vienen y qué han hecho. No podemos permitir que México siga siendo el botín de unos cuantos que dicen hacer las cosas a nombre del pueblo pero que solo responden a sus propios intereses y a su propia vocación de servirse con la cuchara grande y no a servir de verdad.
El enemigo de México no es Donald Trump y sus bravatas. El verdadero enemigo nacional está dentro y nos gobierna. Sin importar el color de su elección. Son lobos con piel de corderos.
Pero esto es tan solo mi opinión.