Alejandro Báez
Conocí, en la pantalla grande, a Debbie Reynolds y a Carrie Fisher en los años setenta, en distintas películas, y sin tener conciencia de que eran madre e hija.
Tendría yo cosa de 8 o 9 años de edad cuando en el cine Bella Época, antes llamado Lido, ahora Librería del Fondo Rosario Castellanos, Centro Cultural Bellas Época, en la colonia Condesa de la ciudad de México, fui a ver dos películas musicales de la época de mis papás: Three Little Words, con Fred Aster y Red Skelton, cinta de 1950; y Singin’ in the rain, con Gene Kelly y Donald O’Connors, de 1952. En ambas, coincidencia, salía una jovencísima y guapa Debbie Reynolds.
En la primera, casi en un cameo tipo sketch, mientras Aster y Skelton, representando a unos músicos de los años 20 y 30 del siglo pasado, detienen un piano en la calle, para resolver las unas notas finales de una canción, una niña que estaba en la calle junto a ellos, hace la coda musical con tanto éxito que quedó. Esa niña era una casi desconocida Debbie Reynolds.
En la otra, ya como co protagonista, hasta baila claqué a pesar de la reticencia de Gene Kelly. En Cantando bajo la lluvia, Debbie Reynolds tenía unos 20 años de edad y fue su brinco a la fama.
En 1977, anunciaron una película que no auguraba mucho éxito: Star Wars: Episode IV – A New Hope, con Harrison Ford, Mark Hamil y Carrie Fisher, entre otros muchos actores. La saga que inició hace ya casi 40 años se convirtió en un éxito y yo un fan de los caballeros Jedi. Uno de los personajes fundamentales siempre fue la princesa Lea, quien con su valentía y determinación se volvió, incluso antes de que fuera un tema de agenda social, modelo de liderazgo femenino; además de sex symbol, cuando salió en traje de baño en Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back.
Cantando bajo la lluvia y el ciclo de Star Wars se han convertido en películas que he visto infinidad de veces. Mi relación con el cine lo puedo leer desde los musicales y desde las aventuras épicas. Entiendo el discurso cinematográfico desde las propuestas de Stanley Donen y George Lucas.
Con los años me enteré que Debbie Reynolds y Carrie Fisher eran madre e hija y protagonistas de dos de las cintas más importantes para mi cineteca personal.
Ahora, muertas las dos, con un día de diferencia (Carrie el 27 y Debbie el 28 de diciembre de 2016) las recuerdo como dos actrices que, más de los muchos papeles que representaron en la pantalla grande y chica, más allá de los chismes del mundo del espectáculo en que se vieron envueltas, siempre las recordaré como la chica guapa que canta Good Morning en Singin’ in the Rain y como a la hermosa princesa Lea de Star Wars.
Como dijo Lea Morgana, en One Rouge, en su última línea representando este papel, ellas fueron, de alguna manera, la esperanza de mi vida cinematográfica.
Pero esto es tan solo mis recuerdos.