Alepo, Siria.- Después de cuatro meses de asedio oficialista a los distritos, en medio de un caos de bombardeos y ejecuciones sumarias denunciadas ayer por la ONU, se ha llegado a un acuerdo que permitirá, según fuentes opositoras, evacuar a combatientes y civiles de su último kilómetro cuadrado en el sureste alepino.
Según el embajador ruso en la ONU, Vitaly Churkin, “las actividades militares en Alepo oriental han parado” y el “gobierno sirio ha establecido su control” sobre el este de la ciudad.
El periódico El País, en su portan web, informó que un miembro de la brigada opositora Sultan Murad relató a la agencia Reuters que los primeros buses evacuarían a los confinados en el este de Alepo durante la noche y mañana. “En la primera fase se evacuará a los civiles y a los heridos, será en horas, y luego los combatientes se irán con sus armas ligeras”, explicó anoche a la agencia France Presse Yasser al Yusef, portavoz del grupo armado alzado Nurredin al Zinki.
Una fuente de Ahrar al Sham, una organización ultra islamista que también combate contra el presidente Bashar Asad, añadió que el acuerdo estipula que a los evacuados se les permitirá elegir como destinos el oeste de Alepo o la provincia de Idlib. Ambas áreas están bajo control opositor. “Todos los militantes, junto a los miembros de su familia y los heridos están circulando ahora mismo a través de los corredores habilitados en las direcciones escogidas voluntariamente”, aseguró Vitaly Churkin. El delegado matizó, por su parte, que su acuerdo con Ankara “es para que se vayan los combatientes […] Los civiles pueden quedarse, pueden irse a lugares más seguros o pueden beneficiarse de los acuerdos humanitarios sobre el terreno. Nadie va a hacer daño a los civiles”.
Sin embargo, y pese a que más de diez mil huidos en las últimas semanas han sido atendidos en las zonas gubernamentales de Alepo – donde se les ha ofrecido la ayuda humanitaria que se les ha negado durante meses -, la ONU ha denunciado que 82 civiles murieron en Alepo este durante los dos últimos días a manos de milicias leales al gobierno sirio. “La gente es ejecutada en sus domicilios, pero también en las calles cuando intentan huir…o mueren a causa de los bombardeos”, señaló el portavoz de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville.
Un número indeterminado de civiles atrapados
El caos se había desatado el lunes por la noche en el Alepo opositor, donde quedaban atrapados todavía un número indeterminado de civiles, estimado en varios cientos por organizaciones humanitarias. Entre ellos había activistas, personal médico o familiares de combatientes. Gente como Abu Laila, un maestro casado y con una hija de pocos meses, o Fátima Alabed, madre de la conocida niña tuitera Bana, confesaron a EL MUNDO su certeza de que, de ser capturados, serían ejecutados por su activismo.
Según denuncias de numerosos activistas, no verificadas por este medio, la tensión y el hastío tras un mes de intensa ofensiva sobre el este de Alepo llevaron a la vorágine. Las confusas redes sociales bulleron con historias de mujeres pidiendo a sus familiares que las mataran para evitar ser violadas por los leales a Asad, o de niños asesinados a sangre fría por los recién llegados. La ONU certificó “atrocidades” cometidas incluso contra mujeres y niños en base a informaciones recabadas.
“La gente sólo espera su muerte”
Un testigo definió los últimos días del Alepo rebelde como el “Día del juicio final” por las cruentas escenas vividas sobre el terreno. La agonía se alargó para los opositores alepinos más de lo que esperaban y de lo que algunos, con la certeza de que iban a morir, deseaban. “La gente sólo espera su muerte”. Este fue el último mensaje que Abu Laila envió a este periódico anteayer a las diez de la noche desde lo que quedaba del Alepo rebelde. Desde entonces no da señales de vida.
De forma similar, numerosos activistas exprimieron las últimas conexiones a internet activas en la zona asediada, facilitadas por EEUU en 2012, para dar a través de Twitter su último adiós bajo una salvaje lluvia de bombas. Lina, una joven que ha dedicado los últimos cuatro meses de asedio a relatar la vida en el Alepo oriental, se grabó en vídeo casi a oscuras ayer de madrugada. “Humanos de todo el mundo, ¡no durmáis! Todavía podéis hacer algo, ¡protestad ahora! Detened el genocidio”, rogó a cámara.
“Estamos cansados de hablar, estamos cansados de discursos. Nadie escucha, nadie responde. Aquí viene la bomba de barril… Este es el final del vídeo”, lamentó otro hombre justo cuando cerca se oyó una explosión. Abu Laila también mandó una última grabación de voz a este medio: “El mundo entero está viendo como Alepo muere”, y suspiró profundamente. Sus denuncias llegaron tras otro fracaso de la diplomacia, incapaz estos años de resolver la tragedia siria de la mejor forma posible para los civiles.
Mientras Lina o Abu Laila suplicaban, cerca de una treintena de vecinos de Alepo celebraban en zona gubernamental, a pocos kilómetros y frente a los objetivos de los canales nacionales sirios, la “liberación” de Alepo de los “terroristas”. Su júbilo testimoniaba la profunda división sectaria que ha traído la guerra a Siria. Más de 400.000 personas han muerto en cinco años y medio de un conflicto que, sea cual sea el destino final de Alepo – presumiblemente estará totalmente en manos de los fieles a Asad -, no habrá finalizado.
La pérdida de Alepo será un golpe psicológico brutal para la oposición, que disputaba a los oficialistas esta ciudad desde julio de 2012. Tras Alepo, los alzados – una amalgama dominada por grupos armados ultra islamistas y yihadistas, con apoyo secular por confluencia de objetivos – sólo mantendrán presencia en dos capitales provinciales: Idlib, controlada totalmente, y Damasco, en cuyos suburbios mantienen cierta presencia. Aun así, la guerra quedará claramente del lado gubernamental.