José Cacho
Morelia, Michoacán.- Fieles creyentes de la ribera lacustre de Pátzcuaro y de la entidad se aglutinan para saludar a la Virgen de la Salud en la basílica que lleva su mismo nombre en la celebración de su fiesta patronal.
La ciudad lacustre se ha preparado para recibir a los feligreses quienes en grupo, familia o solitarios llegan al atrio a cumplir la manda, dar las gracias por un milagro o simplemente felicitar a la patrona de los patzcuarenses.
Bajo un tumulto de puestos de artesanía y un sinfín de bandas musicales, que han llegado provenientes de la meseta purépecha, los peregrinos abren camino hacía el recinto religioso para postrarse ante la imagen realizada en pasta de caña, que fue mandada hacer por Don Vasco de Quiroga, mejor conocido como ‘Tata Vasco’.
La calma de la ciudad es interrumpida por los sones del mariachi, la banda, las pirekuas y los cohetones que anuncian que hoy es la celebración a la Virgen.
A un costado del atrio, un grupo de concheros baila a la Virgen, pero también a la naturaleza y a la salud. José Maldonado es uno de los integrantes de un grupo de 20 danzantes provenientes de Uruapan, Guerrero, Ciudad de México, Morelia y del mismo Pátzcuaro.
El danzante refiere que acudieron como cada año a realizar una ofrenda a la Virgen de la Salud, para pedir por la estabilidad, paz y equilibrio de todos los que participan en el baile.
En el transcurso del día, en el microcosmos alrededor de la explanada de la iglesia se ofrecen diversos bailes, conciertos y cantos de las comunidades aledañas que viene a manifestar su respeto ante la imagen.
Entre el público las miradas voltean al arribo de las mojigangas, que cargadas por gente de la comunidad bailan sin cesar al ritmo de las pirekuas, lo que provoca la admiración de los niños, que iban acompañados de su familia.
Dentro de la iglesia, el calor de las oraciones, veladoras y súplicas abraza a los creyentes, junto con el incienso que quema y purifica la ferviente fe de los asistentes.
Unos, con toda la fuerza de su espíritu, entran solos o acompañados para la elevación de una plegaria, recorren el pasillo y contemplan la mirada de la Virgen María; otros más hacen la fila para subir por la parte de atrás y tocar el manto de la efigie, pues le atribuyen poderes de sanación, y además para llevarse consigo la debida bendición.
Durante todo el día las puertas estarán abiertas. Muchos entrarán, rezarán y obtendrán bendiciones para su ser; otros pedirán por su salud, pues ha pasado otro año más de agradecimientos en uno de los centros religiosos mas importantes en Michoacán.
Gente proveniente de Ihuatzio, Huecorio, Quiroga, Erongaricuaro llega en los autobuses; de igual manera otros peregrinos de Guerrero, Jalisco, Guanajuato, Estado de México y Querétaro, ya que bajo un mismo susurro se escuchan las peticiones a aquella Virgen que llaman “La Madre de los Michoacanos”.
Mientras, se hacen los preparativos para la quema del tradicional del castillo, que arderá en el clímax de la celebración que congrega a todos los devotos de la adoración marianista.
Así, en el pueblo fundado por Vasco de Quiroga, se deja un legado folclórico, cultural y religioso que se celebra bajo un mismo latido, bajo el resguardo de una misma Virgen y un lago que a lo lejos acompaña la celebración.
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