–¿Tienes una imagen de cuando tengas 64 años?
–No, no. Espero que seamos una vieja y bonita pareja viviendo en la costa de Irlanda o algo así, mirando nuestro libro de recuerdos de la locura.
Entrevista a John Lennon en 1970 por la revista Rolling Stone
…
El lunes 8 de diciembre de 1980 había sido un día normal en la Ciudad de México. Yo tenía 12 años de edad y cursaba el último año de la primaria. El viernes anterior, durante la posada de la escuela, había conocido a Maricela Bernal, una niña de cuarto año. Todo el fin de semana había estado pensando en qué hacer para llamar su atención.
Encerrado en mi recámara, pensando en ella, ponía y ponía en la tornamesa un disco que recién había salido al mercado el 17 de noviembre de ese año y que durante casi dos semanas había estado pidiendo que me regalaran como navidad adelantada: el Double Fantasy de John Lennon, su primer disco después de cinco años de silencio musical.
El disco era inspirador. La canción que abría, (Just like) Startin’ over, que inicia con tres campanas tañendo dulcemente, adelantaba un LP lleno de reflexiones de alguien que había llegado a los 40 años de edad y por fin estaba en paz consigo mismo y con su entorno.
El disco no dejaba de girar en mi tocadiscos a 33.3 rpm. Sentado en el suelo, lo escuchaba y leía las letras de las canciones al tiempo, deleitándome con el sentido musical de John Lennon.
Desde siempre, crecí con las canciones de los Beatles y desde pequeño, de la mano de mi papá, José Báez, había visto sus películas. Él era quien me enseñó a usar la tornamesa y a distinguir a John, a Paul, a George y a Ringo en las fotos. Él me inoculó el virus de la beatlemanía.
Ya para entonces me fascinaba la gracia de Ringo Star como baterista y como eje de unión de los Beatles; disfrutaba de las letras melosas de Paul MacCartney; me sorprendía la profunda espiritualidad musical de George Harrison y su onda hinduista. Pero a quien admiraba por encima de todo era a John Lennon.
Su rebeldía, su lucha por la paz, su performance Bed In, la rudeza de su música, la fuerza de sus letras, sus lentes redondos, sus declaraciones contundentes e incómodas eran inspiradoras para el adolescente que era en ese momento. Tan así que, seis meses antes, cuando me detectaron una miopía galopante y me condenaron a usar anteojos, elegí unos idénticos a los que él usaba.
La noche de ese lunes 8 de diciembre de 1980 estaba en mi recámara, escuchando Double Fantasy y pensando en una niña que me había gustado. Mientras oía y releía la letra de Watching the Wheels, tomé una decisión: le escribiría una canción a Maricela.
Tomé lápiz y papel y no supe cómo empezar. Jamás había escrito nada. En mi cabeza solo daban vueltas las canciones de Lennon, las de los Beatles, Rock Lobster de B-52’s, My Sharona de The Knack, los boleros y baladas que escuchaba mi madre… Algo así quería yo decir, algo así quería yo sonar.
Una inspiración muy Beatles vino a mi mente: PD I love you. Así se debería de llamar eso que deseaba escribir. Una canción-carta en donde el final fuera PD: Te amo. Las palabras comenzaron a fluir mientras yo garabateaba en mi libreta.
Mientras buscaba frases y versos, recibí una llamada de Emilio Barney, mi mejor amigo en esos años.
–Báez, ¿no estás viendo la televisión?
–No. ¿Por..?
–Acaban de matar a tu John Lennon.
Dejé de escribir para prender y poder 24 Horas, pues no había otra forma de enterarse de nada en esas épocas. Jacobo Zabludovsky estaba dando la noticia del asesinato de John Lennon a manos de David Mark Chapman frente al edificio Dakota, en Nueva York (ver https://www.youtube.com/watch?v=OPgpPYnX4sE&feature=share.)
John Lennon tenía 40 años de edad, yo tenía 12 y acababan de asesinar a balazos al mayor de mis ídolos. Un extraño sentimiento de orfandad me sobrecogió y lloré frente a la televisión. Entre mocos, imágenes televisivas de fans de Lennon, también llorando, con velas prendidas, frente al Dakota, donde vivía y lo habían ultimado, corrí a poner Mother del disco John Lennon/Plastic Ono Band de 1970:
“Mother, You had Me / I never had you / I wanted you but you didn’t want me / So I got to tell you / Goodbye, Goodbye (…) Mama don’t go / Daddy come home”.
En mi mente cambia los Mother, los Mama, los Daddy por John Lennon: “Lennon, tú me tuviste, / pero yo nunca te tuve. / Yo te quise, pero tú no me quisiste. / Por eso tengo que decirte / Adiós, Adiós. (…) John, no te vayas. / Lennon, regresa a casa”.
Al terminar el noticiero, como pude concluí la canción que jamás llegó a su destino. La década de los 80 iniciaba con la muerte de uno de los rockeros más importantes e influyentes. La invasión británica empezaba a terminar con la muerte de John Lennon ese 8 de diciembre de 1980 por la noche.
Esa noche escuché todos los discos de John Lennon que tenía en mi fonoteca adolescente. Decidí ser rockero y me convertí en escritor. Decidí ser poeta pacifista y me convertí en periodista. Decidí imitar un modelo y encontré mi camino. Instant karma’s gonna get you, Instant karma’s gonna get me.
Han pasado 36 años desde esa noche y las canciones de John Lennon siguen rondando en mi cabeza, en mi tornamesa, en mis casetes, en mi reproductor de CD, en YouTube. Aprendí, tomado de la mano de Lennon, que Life is what happens to you / While you’re busy making other plans; aprendí que Well we all shine on / Like the moon and the stars and the sun / Yeah we all shine on. Aprendí que Love is the answer and you know that for sure / Love is a flower you got to let it grow. Aprendí que un valor fundamental es Power to the people y la ideología también se convirtió en canción, puño izquierdo levantado. También, gracias a Lennon, la utopía se hizo realidad con (…) Imagine all the people / Living life in peace… / You may say I’m a dreamer / But I’m not the only one / I hope someday you’ll join us / And the world will be as one…
Hoy se cumplen 36 años de que John Winston Ono Lennon Spencer falleciera. Para mí, que tenía 12 años de edad cuando lo mataron, está más vivo y vigente que nunca. Mientras una canción de Lennon suene, él está cantando, rockanrolenado, rebelándose, buscando algo pero, sobre todo, viviendo su vida para mí y para todos.
“Our life together is so precious / Together we have grown, we have grown. / Although our love is still special, / Let’s take our chance / And fly away somewhere alone. (…) It’s been so long since we took the time / No one is to blame / I know time flies so quickly / But when I see you darling / It’s like we both are falling in love again / It’ll be just like starting over, starting over.”