La Habana, Cuba.- Muchas leyendas negras surgieron en torno a Fidel Castro durante su larga vida política, pero la más extendida parece ser la que  insiste en vincularlo con la muerte de Ernesto Che Guevara, con quien el líder cubano dijo que había “soñado muchas veces” después de su caída en Bolivia.

El abanico va desde un presunto acuerdo entre Washington y Moscú en plena Guerra Fría, por el cual los rusos le habrían ordenado a Fidel no ir en ayuda del Che cuando este estaba cercado en Bolivia, hasta la publicación, 30 años después, de una hipótesis parecida que desarrolló el ex canciller de México, Jorge Castañeda, en su libro La vida en rojo.

“¿Qué podía hacer? ¿Enviar un batallón, una compañía, un ejército regular? para salvar al Che, es que las leyes de la lucha guerrillera son otras; ahí depende de lo que haga la guerrilla”, le respondió Castro al periodista italiano Gianni Miná.

No obstante, desde mucho antes de que el Che renunciara a sus cargos en el gabinete cubano para desarrollar la lucha armada desde Bolivia a Argentina, algo que consideraba su “destino estratégico”, las especulaciones sobre sus “contradicciones” con Fidel fueron abundantes.

Su conocida carta de despedida, incluso, tuvo que hacerse pública antes de que Guevara ingresara a Bolivia, porque desde su desaparición de la isla tras una visita a Argel en los años sesenta, los rumores acerca de “discrepancias profundas” entre ambos líderes que habrían terminado con el “asesinato” del argentino llegaron a convertirse en un fenómeno alarmante.

“Soportamos calladamente aquel chaparrón de rumores e intrigas para no arriesgar la misión que él quería cumplir”, reveló Castro casi 20 años después. Aun así y de manera cíclica, los puntos de vista adversos a la amistad entre Fidel y el Che se mantienen latentes.

Pero también abundan los criterios de Castro enalteciendo al Che desde que en 1959 el gobierno revolucionario adoptó una decisión insólita y hecha a la medida del argentino, en virtud de la cual él pudo haber sido el único extranjero en la historia nacional que llegara a la presidencia de la isla.

Pudieron ser enemigos, como dicen las leyendas negras, pudieron discrepar a la hora de escoger aliados —Fidel apostó por Moscú y el Che por Pekín—, pudieron tener puntos de vista opuestos sobre la “economía socialista” en la isla, pero desde que Fidel y el Che se conocieron en México la atracción entre ambos fue magnética.

Milenio

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