Redacción/ACG – Morelia, Michoacán
En 2025, TikTok ha dejado de ser solo una red de entretenimiento para convertirse en escenario directo de tragedias reales. Varios casos recientes muestran cómo la vida —y la muerte— pueden transmitirse ante miles de personas en segundos.
El pasado 2 de octubre, el influencer y escalador norteamericano, Balin Miller (23 años) murió al caer desde la emblemática pared de El Capitán en Yosemite, California, mientras un espectador transmitía la escena en vivo. La tragedia ocurrió durante una transmisión en vivo por TikTok desde la cuenta del influencer.

El 13 de mayo pasado, la mexicana Valeria Márquez fue asesinada durante un live en su salón de belleza, en Zapopan. Un enmascarado entró al local, le preguntó su nombre, le disparó varias veces y huyó.
En septiembre, Ashur Sarnaya, un refugiado iraquí, fue apuñalado mientras hablaba de su fe en directo desde Lyon, Francia, durante una transmisión en vivo por la red social.

Días después, el 1 de octubre, el streamer chino Tang Feiji de 55 años murió al estrellarse el helicóptero que pilotaba mientras transmitía en vivo. Imágenes compartidas por cientos de espectadores en Douyin mostraron el momento del accidente, generando conmoción y angustia en la comunidad virtual.

Estos hechos reflejan un fenómeno inquietante: la tragedia convertida en contenido. TikTok amplifica la inmediatez, pero también plantea dilemas éticos sobre los límites entre informar, entretener y exhibir el dolor.
Las redes ya no solo cuentan la historia: la están viviendo en directo.
Fuentes: Los40 / People / The Guardian / LA Times
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