Texto y fotos: Asaid Castro/ACG
En la Plaza del Carmen se erige un puesto de color rojo intenso, casi infernal. Ahí, Juan Barajas, artesano pirotécnico de 67 años, despliega su ejército de cartón y pólvora: diablitos de Judas, charros, mariachis, catrinas y hasta futbolistas del América y las Chivas, todos listos para arder en Semana Santa.
“Antes venían a pedirnos que hiciéramos un Judas con la cara de algún político, del jefe, del que se robó algo. Ahora ya ni preguntan… pero todavía hay quien quiere los judas”, dice, acomodando un diablo que amenaza con caer.

Cada figura la pinta y decora a mano, les agrega la pirotecnia y las arma con paciencia de relojero: “Solo existe en Semana Santa, nada más, antes nos poníamos varios, desde San Jose, hasta acá en el Carmen”, explica, describiendo la tradición para vender y quemar las traiciones del año:
“El Judas es porque es quien traicionó a Jesús, quien lo entregó. A veces se le pone el nombre de alguien, y se cree que mientras más recio truene, más mal hizo esa persona”.

Aunque lleva casi 60 años en el oficio -empezó a los 7 u 8 años ayudando a su padre y abuelo-, hoy lamenta que los niños ya no pidan un Judas sino un celular, reconoce, mientras sortea permisos, regulaciones y la escasa afluencia que arrastra de la temporada pasada.
Su espacio, amplio y poco concurrido, es de los poco en Morelia: todo parece moverse, brillar, explotar sin prender fuego. “Yo nací con esto. Desde chico andaba ayudando a mi papá, a mi abuelo, a pegar y a pintar cartón, lo menos peligroso. No lo dejé, aunque todo se ha puesto más difícil”, cuenta con una mezcla de orgullo y resignación.










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