Morelia, Michoacán
Luciano Martínez Martínez, presidente de la Asociación de Productores de Molcajete, se levanta cada día con un propósito claro: preservar y difundir la tradición de la elaboración artesanal de molcajetes, un arte que ha sido parte del ADN cultural de su comunidad por generaciones.
Desde temprana edad, Luciano se involucró en este oficio que, más que un trabajo, es un legado transmitido de padres a hijos. Sin embargo, no ha sido un camino fácil.
“Empezamos de cero porque San Nicolás estaba rezagado, olvidado. Incluso estando tan cerca de Morelia, la gente no nos conocía”, comenta en entrevista para Primera Plana MX.
Hoy, gracias a la persistencia de los artesanos, los molcajetes de San Nicolás Obispo han cruzado fronteras, llegando a Estados Unidos y, recientemente, a Francia.
El arte detrás de cada pieza
El proceso de crear un molcajete es arduo y comienza desde muy temprano. Luciano describe cómo él y otros artesanos ascienden al Cerro del Águila o Cerro del Remolino para seleccionar y extraer la piedra. Sin caminos transitables para vehículos, la carga debe ser trasladada a lomo de caballo, un esfuerzo que muchas veces se extiende hasta altas horas de la noche.
Un molcajete típico, de aproximadamente 20 centímetros de diámetro, toma entre cuatro y cinco horas de trabajo meticuloso. “Se le da mucho amor al arte porque es parte de nuestra vida”, explica Luciano, quien ve en cada pieza una manifestación de la conexión profunda entre el artesano y su entorno.
Retos y la lucha por preservar la tradición
A pesar del éxito reciente, Luciano lamenta que muchos jóvenes de la comunidad han perdido interés en continuar con la tradición.
“Lamentablemente, muchos emigran a Estados Unidos o a Morelia. Necesitamos más apoyo del gobierno para incentivarlos a que no abandonen esta bonita tradición”, señala.
Además, los artesanos enfrentan obstáculos logísticos y económicos. Participar en exposiciones fuera del estado, esenciales para promocionar sus productos, implica altos costos de transporte, hospedaje y viáticos, que muchas veces los artesanos no pueden solventar.
“Después de que pagamos todo, si no vendemos, se nos complica mucho”, comenta Luciano, quien hace un llamado a los gobiernos en todos los niveles para que apoyen con recursos y facilidades que permitan a los artesanos expandir su mercado.
A pesar de las dificultades, Luciano Martínez se muestra optimista. Las ferias y exposiciones recientes han generado un interés renovado en los molcajetes de San Nicolás Obispo, con un notable incremento en las ventas. “Esperamos que el próximo año sea aún más exitoso”, asegura, mientras invita a la gente a conocer el arte de su comunidad y a valorar el esfuerzo detrás de cada pieza.