Personas privadas de la libertad recibieron a sus fieles difuntos con tapetes y altares que, además,, mostraron su talento artístico en cada una de las figuras elaboradas con flores de cempasúchil, aserrín y un sinfín de elementos que convirtieron la tradición de Noche de Muertos en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

En las celebraciones en distintos centros de reclusión del estado predominó la cordialidad, internas e internos provocaron risas entre los presentes con el humor sarcástico de calaveritas literarias.

Apegados a la tradición ancestral, recordaron esos momentos que disfrutaron con los seres queridos que ya no están; participaron también en obras de teatro, donde experimentaron y compartieron sentimientos y reflexiones sobre la vida y la muerte.

Con el apoyo de las autoridades penitenciarias organizaron una pasarela con diferentes personalizaciones para conmemorar la Noche de Muertos que cada año atrae a Michoacán a miles de turistas y visitantes.

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