En una ceremonia cargada de simbolismo y espiritualidad, Claudia Sheinbaum Pardo recibió el bastón de mando emanado de 70 comunidades indígenas del país.

Tras los solemnes protocolos del día, la presidenta se trasladó al Zócalo de la Ciudad de México a un evento, más allá de la formalidad política, el cual estuvo marcado por la participación de los pueblos indígenas del país, quienes, a través de un ritual ancestral, le otorgaron el bastón de mando, símbolo de liderazgo y sabiduría.

Cinco mujeres indígenas, representantes de los cuatro rumbos y el centro del universo, fueron las encargadas de entregarle este símbolo, evocando la energía y la fuerza de 70 pueblos originarios. Vestidas con trajes tradicionales, cada una de ellas saludó con respeto a la nueva presidenta, colocándole un collar de flores en señal de bienvenida. A su alrededor, el aroma del incienso llenaba el ambiente, mientras las guías espirituales realizaban una limpia ceremonial con ofrendas y sahumerios.

Los cuatro rumbos fueron invocados en una serie de gestos que involucraban levantar las manos hacia cada punto cardinal, pidiendo el favor de las fuerzas divinas. Al oriente, se pidió vida, energía y luz para guiar a Sheinbaum con sabiduría.

Al oeste, se invocó a los ancestros, abuelos y abuelas, para que aporten sus conocimientos y experiencias. El norte trajo consigo la invocación de las fuerzas de la naturaleza, con la esperanza de que el diálogo, la concordia y el humanismo marquen este nuevo gobierno. Al sur, se solicitó que los vientos cálidos traigan salud, bienestar y buenos tiempos para el mandato de la presidenta.

Al final del ritual, se dirigieron al centro del universo, el corazón del cielo y la tierra. Este acto representó el equilibrio y la armonía que debe reinar en la gestión de Sheinbaum, un mandato que ahora cuenta con la confianza de los pueblos indígenas.

El bastón de mando, entregado con respeto y solemnidad, simboliza mucho más que un objeto de poder. Es una muestra de la esperanza que los pueblos originarios han depositado en la primera mujer que dirigirá los destinos de México, con el deseo de que su gobierno sea uno de reconciliación, justicia y armonía con la naturaleza y los valores ancestrales.

Así, entre plegarias, sahumerios y la invocación de las fuerzas del universo, Claudia Sheinbaum asumió la responsabilidad de gobernar un país diverso, con un pasado profundo y una esperanza colectiva para el futuro.

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