Desafortunadamente, estamos entrando en una de las etapas de más mentiras y menos equilibrios en este año.

Si bien, llevamos unas semanas de campañas presidenciales, ahora que están a punto de arrancar las campañas locales, escucharemos, una larga lista de promesas, que, si revisamos la historia, podríamos saber que muchas de ellas, se quedaran en promesas de campaña.

Sin embargo, el común de nominador, es que estarán buscando decirle al electorado, lo que quieren escuchar, aunque no sean los primeros en prometérselo.

Cuantas veces ha escuchado de candidatos de todos los colores, que ahora sí, tendremos un sistema de salud de primer mundo o que se terminara la corrupción, que habrá empleo, mejores salarios, menor inseguridad, que la familia presidencial y el círculo empresarial cercano no se beneficiaran del poder.

¿Cuántas de esas promesas se han cumplido?

Con un poco de memoria, recordaremos que esas propuestas las hemos escuchado durante mucho tiempo, y ninguna de ellas se ha cumplido o por lo menos no a cabalidad.

Sin embargo, hoy en un insulto a la inteligencia de los ciudadanos, vuelven a prometer lo mismo, confiados en nuestra desmemoriada conciencia, porque ellos juegan a prometer y al ganar, las promesas dejan de tener valor, igual que su palabra.

Cada vez que escuche a un candidato con propuestas de mejoras, hágase dos preguntas, si ya tuvo la oportunidad de ocupar un cargo público, ¿qué hizo acerca de lo que promete? y número dos, ¿cuántas veces he escuchado de ese candidato o de ese partido o de los que lo acompañan en campaña, esa misma propuesta?

Los ciudadanos podríamos hacer lo mismo, prometerles el voto y el día de la elección, olvidar esa promesa y votar por quien elijamos, sin embargo, eso nos pondría en el mismo nivel y no avanzaría nuestra democracia.

Lo que realmente necesitamos es involucrarnos y analizar a los que aspiran a representarnos o administrar nuestros impuestos, informarnos sobre su carrera política, sus logros, compromisos cumplidos, escándalos o señalamientos de corrupción, malos manejos o benéfico del cargo.

Elegir a quien demuestre y proponga soluciones reales, alcanzables, porque entendemos que los problemas de este país, no se solucionaran en un periodo de 3 o 6 años, pero necesitamos comenzar a poner las bases para que haya continuidad de propuestas y estructuras.

El día que tengamos conciencia de que los menos indicados para representarnos, son aquellos que han demostrado que apenas son electos, se olvidan de las promesas y por lo tanto de los ciudadanos, porque en ese momento ya no somos necesarios.

POSDATA:

Basta de esperar Mesías o super héroes para resolver los problemas del país o de ver estas campañas como un concurso de popularidad, seamos serios para elegir el futuro

¡Es tiempo de los ciudadanos!!! ¡¡¡No de Promesas!!!

Abelardo Pérez Estrada. Empresario, Analista, Expresidente CANACINTRA

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