Foto: Archivo.

Bajo la rala fronda de los poquísimos pinos que quedan en ese lugar llamado Las Joyas de Cancho se dieron cita los pobladores de más de siete comunidades afectadas por el acaparamiento de aguas.

El empuje de los cultivos aguacateros ha ocasionado una dura competencia por los manantiales y escurrimientos para llevar sus aguas a las hoyas captadoras, el resultado: los pobladores de tierras abajo se han quedado sin agua para sus actividades productivas y para uso doméstico.

La inconformidad es legítima así que buscaron y citaron a través del gobierno municipal a los dueños de las huertas y de las hoyas concentradoras para llegar a un acuerdo. El método de negociación para lograrlo fue de civilidad, responsabilidad y diálogo basado en razones legales y en el respeto.

Unos y otros reconocieron el derecho de todos al agua como lo expresa la proclama por el agua que ya centenares han firmado en Madero: El agua es de todos y para todos. Hace años en la zona aguacatera de Madero las comunidades, una y otra vez han solicitado la presencia de las instituciones gubernamentales competentes para contener la tala ilegal, el cambio de uso de suelo y el acaparamiento de aguas, causales directos de la crisis hídrica, sin embargo, los resultados han sido pobres.

Debe reconocerse que instituciones como Cofom y Proam han tenido una presencia regular, la Fiscalía Ambiental ha clausurado algunos predios, lo mismo que en años pasados, la Profepa. Sin embargo, sus acciones no han podido revertir ni han logrado restaurar o restablecer los bosques arrasados ni los ecosistemas que permiten la “generación” de agua. La judicialización de las denuncias, o han tardado mucho años sin resultados o simplemente han fracasado.

La institución más ausente ha sido la Conagua. Es una ausencia que ha permitido todo tipo de irregularidades y abusos en la apropiación de las aguas nacionales, en donde el poder del dinero está decidiendo quién puede tener agua y quién no. Los dueños locales de predios han tenido que emigrar o vender sus parcelas porque las aguas se las han expropiado los que llegan de fuera con capital para instalar huertas.

Por esta razón es que en los hechos la organización, la voluntad y la buena fe de las comunidades de tierras bajas de Madero están ocupando el lugar que las instituciones han abandonado, claudicando a sus obligaciones constitucionales de regulación para garantizar el derecho humano al agua.

Si las instituciones competentes no han querido atender los llamados formales de auxilio de los pueblos para que se ponga orden y legalidad en los usos de aguas, las comunidades no pueden esperar hasta que la sequía los mate mientras las huertas de tierras altas reverdecen con las aguas que deberían estar corriendo por arroyuelos y ríos.

El encuentro entre pobladores y huerteros, más allá de las discrepancias obvias por el aprovechamiento hídrico, fue cortés y respetuoso, sin dejar de ser en ciertos momentos enérgico y claridoso. Al final y luego de momentos en que parecía naufragar la reunión, se firmó el acuerdo de gentes entre las partes con la garantía de honor del gobierno municipal.

De acuerdo con una estimación empírica de las necesidades y el tamaño del caudal de las aguas que se producen en Las Joyas de Cancho se estableció que el 20 % de ese caudal se respetaría para los huerteros y el 80 % para las comunidades afectadas. Este acuerdo es el cuarto que se establece en estos lugares.

El primero se logró con todos los pobladores de la comunidad de San Pedro Piedras Gordas hace 4 años, en el que se estableció que las aguas del río San Pedro no serían permitidas para regar huertas con cambio de uso de suelo. En lo que va del año este es el tercero y en las próximas semanas las comunidades son optimistas en poder lograr los acuerdos que se requieran para que las aguas sigan su curso tierras abajo y permitan la vida y la producción de sus habitantes.

Hasta ahora los pueblos han encontrado disponibilidad en los propietarios de huertas y hoyas, lo que debe reconocerse, y es que el método de movilización, diálogo respetuoso y participación municipal ha hecho posible la conciliación y el acuerdo.
En el municipio de Madero se reconocen 7 zonas de reservas de agua, que la institución correspondiente debería proteger y administrar conforme a la ley: El Tejocote, El Capuilín-Puente de Fierro, el manantial de El Burro (que provee agua potable a Villa Madero), Boca de León, El Cristalito, El Guajolote y Rosa de Castilla.

No obstante, han sido abandonadas y sobre éstas, como dice la gente de por acá, no hay gobierno. En todas estas reservas el huachicoleo de agua, explotación clandestina e ilegal, extrae de manera brutal con el uso de bombas de gran potencia, los caudales de estas reservas para llevarlas a huertas ilegales, secando los ríos sin que la autoridad haga nada.

Los acuerdos en Madero son un ejemplo de gestión colectiva del agua como medio para suplir a las instituciones que solo están en el papel y han abandonado a los pueblos a su suerte y a la sequía.

*El autor es experto en temas de Medio Ambiente, e integrante del Consejo Estatal de Ecología

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