Un virtuoso del guitarra oriundo de Paracho. Un amigo agradecido por la cercanía. Un maestro en interpretación. Alfredo Amezcua Janacua engalanó con un concierto desde el alma a amigos y familiares.

El Museo del Estado abrió sus puertas para que el maestro guitarrista brindara un concierto de agradecimiento por estar vivo, cuyo nombre resuena con fuerza en el mundo de la guitarra clásica.

Familiares, amigos y admiradores se congregaron para presenciar el talento de este joven prodigio, que prometía una velada inolvidable. La emoción se palpaba en el aire mientras el público esperaba impaciente el inicio del concierto.

Alfredo Amezcua ha sido un destacado ganador en numerosos concursos de interpretación desde una edad temprana, acumulando aproximadamente 30 premios en su carrera. Entre los más destacados se encuentran el Primer premio en el Concurso Nacional de Guitarra de Paracho en varias categorías, el Concurso Nacional de Intérpretes Guitarristas en Cortázar, Guanajuato, el Concurso Nacional de Guitarra “Ramón Noble” en Pachuca, Hidalgo, el Concurso Nacional de Guitarra “Sin Fronteras” en Chihuahua, y el Concurso Internacional de Guitarra “Gredos San Diego” en Madrid, España, entre otros. Su notable habilidad y dedicación lo han convertido en una figura destacada en el mundo de la guitarra clásica.

Desde el primer acorde, Alfredo demostró por qué es considerado uno de los más grandes exponentes de la guitarra clásica, no solo de su pueblo, sino de todo el mundo. Su programa, meticulosamente seleccionado y forjado a lo largo de los años, nos llevó en un viaje a través de distintas épocas y estilos musicales.

El concierto comenzó con una interpretación de John Dowland, el renombrado compositor inglés del Renacimiento. Alfredo, con su maestría y su carisma innato, cautivó a la audiencia con su ejecución impecable y su humor irreverente, bromas que rompieron el hielo y establecieron un vínculo único con el público.

Continuando con el programa, nos transportó al mundo del salón con obras de Luis Jordá y Agustín Barrios Mangoré, dejando en claro su versatilidad y dominio del instrumento.

La segunda parte del concierto nos llevó a un territorio más íntimo y reflexivo, con obras de Vicente Ascencio que nos invitaban a la serenidad y la contemplación. Pero fue con la música de Astor Piazzolla y Roland Dyens que Alfredo alcanzó nuevas alturas, llevando al público en un viaje emocional a través de paisajes sonoros exquisitamente elaborados.

Al final del concierto, el público estalló en aplausos y ovaciones, reconociendo el talento excepcional de este joven músico. Pero más allá de las notas y los acordes, lo que realmente resonó en esta noche fue el mensaje de gratitud y amor que Alfredo expresó hacia su audiencia.

En sus propias palabras: “La finalidad de este concierto es agradecerte por el apoyo, atención y cariño que me brindaste durante estos días difíciles y dolorosos. Lo más valioso que tengo en la vida eres tú, y solamente me queda corresponder a tu amor en futuras ocasiones que necesites de mí; pero por ahora disfrutemos de salud y de la música que las grandes almas nos han legado”.

Con estas palabras, Alfredo Amezcua Januaca no solo nos regaló una noche de música sublime, sino también un recordatorio poderoso de la importancia del amor y la gratitud en nuestras vidas. Sin duda, este concierto quedará grabado en la memoria de todos los presentes como una experiencia única e inolvidable.


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