Morelia, Michoacán
El maestro juguetero michoacano, Santiago Silva Hernández lucha incansablemente por preservar una tradición centenaria: los juguetes tradicionales michoacanos.
Con décadas de experiencia en su arte, Santiago se sumerge en el mundo de los juguetes desde la infancia, gracias a las enseñanzas de su abuelo, un hábil artesano.
Recuerda los tiempos en que, en las ferias locales de Pátzcuaro, en la década de 1970, se mostraban la destreza y la creatividad de los artesanos, con palenques de gallos, corredores de burros y coloridos juegos de partidores de leña.
Santiago lleva consigo el legado de su abuelo, creando juguetes únicos de tule tejido a mano, una tradición que se remonta a generaciones pasadas.
Con orgullo, cuenta a Primera Plana MX lo que representan estos juguetes, demostrando la riqueza de los materiales que se encuentran en el lago de Pátzcuaro e Ihuatzio, localidad de la que es oriundo.
Cada juguete, meticulosamente elaborado, tiene su propia historia y dificultad, algo que Santiago valora profundamente.
El maestro juguetero no sólo crea estas maravillas, sino que también se dedica a compartir su conocimiento. Cuando la gente se acerca con preguntas sobre cómo se soluciona un juego o cómo se juega, Santiago comparte sus saberes con entusiasmo y paciencia.
“Cada pieza, aunque similar en apariencia, tiene su propio patrón y complejidad, desafiando las mentes curiosas que se acercan”, resalta en entrevista en el marco de la explosión artesanal de la Noche de Muertos en Pátzcuaro.
Sin embargo, el futuro de estos juguetes está en peligro. Antes del 2020, Santiago solía reunirse con muchos otros apasionados por esta tradición, pero la pandemia cambió las cosas. La gente se volvió reticente a juntarse, y la demanda de los juguetes disminuyó drásticamente, eclipsada por la era digital y los dispositivos tecnológicos.
A pesar de estos desafíos, Santiago persiste. “Los niños piensan y aprenden cuando juegan”, dice con convicción. A través de dados y juegos de ingenio, sigue inspirando a las mentes jóvenes y a aquellos que buscan una conexión más profunda con las raíces culturales de Michoacán.
A pesar de las dificultades, Santiago Silva Hernández sigue tejiendo y creando, levantándose temprano cada mañana para trabajar en sus tejidos y juegos. Su dedicación y amor por esta tradición son un testimonio de la perseverancia y la pasión que definen a los verdaderos guardianes de la cultura.