Morelia, Michoacán
Llegó al café con su manso caminar, sonriente, con su larga caballera y una sonrisa brillosa. Un abuelo poco convencional, disfruta caminar en el desierto y perderse en los elementos del monte. Es un ‘perro guía’ de centenas de nietos adoptivos, los conduce bajo los principios del México Profundo, el Taoísmo y el Budismo. La vocación de servicio y la ayuda a sus hermanos es su camino. Él es Nahui Itzcuintli Mázatl (Cuatro Perro Venado).
El 28 de agosto se celebra el Día del Abuelo, figura primordial de las pirámides familiares del mundo; son los que saben, los que dan consejos. Ricardo García Pérez Tejada, Richard para su comunidad, es un abuelo por doble partida: la consanguínea (es abuelo de seis y bisabuelo de uno) pero también es abuelo de cientos de personas que ha ido formando en 30 años de andanzas en el Camino Rojo.
Doctor en Ciencias de la Educación y caminante durante 30 años en Wirikuta, viajero, danzante, docente e investigador sobre la motricidad y sus aspectos fundamentales para el desarrollo humano, el Abuelo Cuatro Perro abrió su corazón a Primera Plana MX para hablar desde la cotidianidad de su vida.

“Un abuelo, dentro de la tradición del México Profundo, se reconoce o se identifica por el servicio que presta a la comunidad en la que se desenvuelve”, narra al ser cuestionado sobre qué representa ser un abuelo.
El abuelo sirve la medicina para su comunidad
Richard, como se le conoce en los círculos de danza y de temazcales de Michoacán y el Centro de México, explica que los abuelos son los que sirven la medicina a la comunidad, entendiendo a la medicina como esa sabiduría popular que se traduce en consejos, apoyos, opiniones, que son muchas veces consuelo de sus hermanos, de sus nietos.
“Ser abuelo, se trata de intentar, aún sin saber, ayudar a hermanos y hermanas, de brindarle un conjunto de consejos, de ayudas, de apoyos y opiniones que se convierten en consuelo, en escucha, en orientación, en medicina para las dolencias de la gente”, exclama .
El Abuelo 4-Perro reparte medicina, sin importar si se trata de círculos de comunidades rurales, urbanas, tradicionales, ortodoxas o postmodernas. Y su mayor medicina es su conexión con la motricidad. Nacido en 1958, se le percibe activo y fuerte.

“Un abuelo de tradición lo es, porque la comunidad lo reconoce, le dota el nombre, se convierte en un peso cabrón y fuerte. Pero en ello va puesta la confianza, la inspiración, el amor, la fraternidad, en torno a una familia tanto consanguínea, como espiritual, la familia humana”, reflexiona.
Te quitas y te quitas, pero la responsabilidad de Abuelo te sigue
“A veces me he querido quitar de la responsabilidad de ser abuelo, te quitas y te quitas, pero sigue y sigue machacando la vida, como si la vida reconociera puestos y funciones, roles y demás. Hasta que no te queda de otra mas que asumir el cargo y poco a poco, voy entendiendo de qué se trata”, comparte.
4-Perro: ayudar, servir y en su momento, desaparecer
4-Perro es el diminutivo fraterno y amoroso de Nahui Itzcuintli Mázatl (Cuatro Perro Venado), nombre de tradición de Ricardo, su tonal, su camino de vida, en base al conocimiento antiguo, el tonal es el camino que se forja conjuntando energías creadoras, rasgos temperamentales y elementos que forjan tu mejor opción en la vida.
El nombre de Nahui Itzcuintli Mázatl fue regalado a Ricardo por un tlamatinime, el sabio que se dedica a la lectura del Tonalpohualli (cuenta de los días).

“Al conocer mi nombre, me lleva a indagar sobre él, para hacerme digno y encarnarlo. Siempre anduve de mochilero, viví en Rusia, Tailandia, Indonesia, Inglaterra, Bolivia y Brasil, aquí y allá y ahí sentí la necesidad de conocer mis raíces”, precisa.
Desde la nostalgia, la lejanía y la añoranza, Ricardo se perdió para encontrarse y detectar que el perro era su animal de poder, el que tenía que guiar a centenas de personas para encontrarse espiritualmente.
“El 4-Perro es un camino claro de rescate, he tratado de honrar mi nombre en los últimos treinta años, me he perdido en grutas y cavernas donde solo queda caminar entre las oscuridades geográficas de México y también me he perdido en un bosque de Rusia a las cuatro de la mañana a una temperatura de 20 grados bajo cero con la nieve hasta las rodillas. No ha sido más que perdiéndome como me he encontrado”, confiesa.
Esa búsqueda, le llevó a Ricardo a indagar en las prácticas del México Profundo y detectó su gusto por guiar, olfatear, perseguir si es necesario, morder si fuera incluso oportuno, o prudente, o requerido.

“Aprendí a usar mi nariz como un sabueso, todo eso tiene que ver con el perro, el ser que me guía en los momentos más oscuros, el que guía y acompaña, pero también el que se hace a un lado, una vez que la comunidad ha encontrado alivio”, menciona.
Pero también es el río
Juguetón con el lenguaje y las metáforas, el Abuelo Richard se define que además de ser 4-Perro, también es el río, pues como el agua, es cambiante y se deja fluir.
“Me gusta escribir poesía, analizar la estética y la expresión y en ese contexto me gusta también ser el río como una metáfora del flujo constante del ser”, dice con voz seria.
Entre sorbo y sobo de su café latte sabor vainilla, el abuelo río señala que se alimenta de una trenza de tradiciones que han sido su soporte para hacer su tarea como guía, pero también como docente e investigador. La trenza la constituye el Camino Rojo, el Taoísmo y el Budismo.
“Mi taoísmo amado lo aplico como filosofía práctica de vida, no como iglesia o religión o alquimia. El taoísmo me ayuda para poder interpretar a mis maestros, mis guías: los elementos naturales. Y por otro lado, tengo al Budismo ese camino de tradición oriental, organizado y sistemático”, comparte.

Esa trenza de medicinas le ha permitido al Abuelo Richard sembrar su camino de guía, de docente y de educador.
Contundente, distingue a un docente de un educador, define al primero como un transmisor de información, mientras que a un educador lo categoriza en esa conexión con los corazones. “El educador logra hacer que la flor, que esa sabiduría más profunda, se convierta en medicina para el alma”, cavila, con su mirada fija, de fuerza, pero de ternura en un mismo momento.
Es un educador con 40 años de experiencia. Actualmente abraza el cargo de coordinador general de formación académica de Patio Turquesa, comunidad de investigación, aprendizaje y desarrollo en motricidad educativa holística/integral.

Aprendiendo de los demás
Realizó la licenciatura en Educación Física, en la Escuela Superior de Educación Física de la Ciudad de México; cuenta con la especialidad en Teoría y Metodología del Entrenamiento Deportivo y la Cultura Física cursada en el Instituto Central de Cultura Física de Moscú; especialidad en estudios Interétnicos; por la Universidad Católica de La Paz.
También es maestro en Docencia para la Cultura Física del IMCED; maestro en Pedagogía de la Motricidad por la Universidad de Puebla; maestro en Docencia de la Universidad Internacional de América en Ciudad Victoria Tamaulipas, en donde también cursó el doctorado en Ciencias de la Educación. Cursó otro doctorado en Educación Holista en la Fundación Internacional para la Educación Holista de Guadalajara.
Maestro de N cantidad de colegios, preparatorias y universidades del país, profesor en formación de docentes. Ha ocupado cargos administrativos en la Escuela Nacional de Educación Física (ENEF), asesor en la elaboración de planes y programas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), conferencista y tallerista en múltiples congresos nacionales e internacionales, articulista en diversas publicaciones de educación física, deporte y recreación, coordinador de diversos proyectos de investigación, de desarrollo humano y comunitario; y lleva 30 años caminando en Wirikuta, al servicio de sus hermanos y hermanas que se acercan a él para sanar desde la motricidad.
30 años poniendo mis pies, mis manos y mi corazón al servicio
4-Perro lleva 30 años realizando caminatas en Wirikuta, tierra sagrada del pueblo Wixarika, a San Luis Potosí, acompaña, guía, encamina la medicina del desierto en los corazones.
¿Cómo empieza el servicio?
“Es una historia en la que podríamos tomarnos muchas botellas de vino y nos llevaría platicar toda la noche. Pero lo voy a sintetizar.
Me encontraba hace muchos años, realizando la Danza del Sol en Ocuilan, cuatro días en ayuno y me llegó una visión muy típica, de esas que no sabes por cuál vía llegó, pero de manera casi automática comprendes cosas. Éramos como cien danzantes, decidí no ofrendar mi piel, pedí permiso a los abuelos para salirme y me dijeron que se lo tenía qué decir a todo el grupo. Pensé: estos cabrones me van a apedrear, estaba rompiendo la tradición, pero yo les dije que no quería ser uno de esos danzantes hipócritas, trayendo cicatrices en el cuerpo no quería ser uno más de esos ególatras que al presumir sus cicatrices, se andaban cogiendo a cuanta mujer encontraban en la tradición. Aquel día un marakame, Víctor Mijares le vio, me invitó a caminare y acepté”, explicó.
Aquel día, el Abuelo tomó un camino de corazón, comenzó a caminar con su marakame Víctor Mijares; cinco años a su lado, familia, sus hijos, sus alumnos, han caminado con él en el desierto, tiene los permisos, de la comunidad, del lugar, de los guardianes y lo pone al servicio de las personas que buscan conectar con su ser.
Si soy abuelo consanguíneo, pero me cuesta encajar en los patrones
Padre de cinco, abuelo de seis y bisabuelo de uno, el Abuelo reconoce que no encaja en los estereotipos del abuelo que lleva a sus nietos a comprar dulces a la tienda.
“No soy ese abuelo que recibe a los hijos de mis hijos para que ellos se vayan a hacer no sé que cosas, no encajo y no voy a encajar. No me resulta fácil. A mis hijos les digo: si quieren que les cuide a sus hijos, tráiganmelos con mochila y sombrero y si son capaces de estar una semana sin ellos, va”, comenta y carcajeamos al unísono.
Un abuelo fuera del estereotipo, un viajero, un caminante, Nahui Itzcuintli Mázatl (Cuatro Perro Venado). Un asesor de tesis de especialidad en motricidad educativa, un verdadero educador.
“Algunos nietos son cercanos nos vemos frecuentemente, una vez cada quince días en alguna reunión familiar porque somos fiesteros; pero también tengo otros nietos que son distantes, los veo cada seis meses o más tiempo. Ellos me ven a la distancia y estoy bien con eso”, concluyó, mientras daba el último sorbo de café para dar por terminada la entrevista y continuar con sus planeaciones para el siguiente Ciclo Escolar.