Fotos: ACG

Morelia, Michoacán

Entre muros de cantera, platitas y los cuidados de las misioneras Hijas del Calvario, de 14 a 15 adultas mayores pasan sus días. Rutinas de alimentación, descanso, sueño, atención médica, esparcimiento y, por qué no, algunos pequeños antojos, el albergue Divino Redentor es el hogar para estas mujeres.

Las puertas de madera, un poco hinchadas por la humedad de las recientes lluvias, dejan pasar a algunas personas que acuden a visitar a madres y abuelas. El acceso lo brinda la encargada del sitio, María Anastasia Antonia del Ángel.

“Tenemos de 14 a 15 mujeres, la más joven de 70 años, la mayor, de 92 años, todas en situación vulnerable tanto por la edad como por ser de escasos recursos económicos. Aquí les atendemos y cuidamos”, explica.

Por 135 años, el que es el primer albergue para adultos mayores en Morelia enfrenta múltiples retos en su labor cotidiana. Sólo cuenta con 5 trabajadores; recibe aportaciones de los familiares de las usuarias, entre mil 500 y 2 mil pesos mensuales, en función de sus posibilidades, y siempre necesita de artículos de limpieza, reparaciones y manos que ayuden.

“Las familias aportan según sus posibilidades, casi todas lo hacen, porque es poco, pero la Divina Providencia no nos abandona”, expone Antonia del Ángel.

Si le preguntan qué artículos son los que más necesitan en el albergue, menciona el cloro, limpiapisos, escobas, trapeadores, jabón de tocador, jabón en polvo, “eso, más que los alimentos”.

Y es que la comida la obtienen en parte mediante donaciones de una empresa farmacéutica, un tiempo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y las visitas, que de forma espontánea llevan algunos alimentos.

Respecto de los medicamentos, Antonia del Ángel refiere que algunos son adquiridos por los familiares, otros por la institución, ya que la mayor parte de las usuarias, por su edad, tienen diabetes, hipertensión arterial, artritis, y 2 de ellas, demencia senil.

Aunque pocas, también cuentan con las donaciones en metálico de 3 personas, las que a cambio obtienen recibos deducibles de impuestos, y las mujeres tienen acceso a la pensión para adultos mayores de la Federación, con lo que aportan un poco de dinero y el resto lo utilizan para solventar “sus cositas, no falta un antojo, una fruta, algo”.

Carencias emocionales

Las necesidades materiales son un reto, pero las carencias emocionales son un problema complicado de atender, reconoció la encargada del albergue Divino Redentor.

De las usuarias, 4 no tienen familiares que se hagan cargo de ellas. El resto, si bien cuentan con el pago de las aportaciones mensuales, no siempre recibe el apoyo emocional y la presencia de sus seres queridos.

“De 8 mujeres, sólo vienen a verlas una o 2, las demás, ni una llamada telefónica, falla mucho la comunicación, se ve el abandono de las familias, nosotros tratamos de atenderlas, pero es imposible que cubramos estas carencias”, detalla.

En parte, esta situación deriva de la pandemia de covid, por las restricciones a la movilidad de la población y al acceso al albergue para las personas externas.

“Antes, venían familias que las sacaban los fines de semana, en Navidad o en Año Nuevo, pero ahora se han enfriado mucho las visitas. La parte emocional quién la cubre, pareciera que están bien, pero no”, reitera.

Una mano de ayuda

En estas condiciones, el mejor y más caro apoyo para las mujeres del Divino Redentor son las personas, voluntarios que brindan ayuda, prestadores del servicio social o prácticas profesionales y visitas que acuden ocasional o esporádicamente.

“Necesitamos enfermeros, pero el personal que está con nosotros sólo percibe el salario mínimo, así que nos ayudaría mucho que vinieran los jóvenes de escuelas comonmedicina, enfermería, odontología, psicología.

Pero también nos ayudan mucho quienes son voluntarios para apoyar y personas que nos visitan, no son familiares, pero a veces adoptan a una usuaria para visitarla y platicar con ella, incluso vienen grupos de niños que juegan con ellas y se sensibilizan sobre la importancia de cuidar de nuestros adultos mayores”, explica.

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