Morelia, Michoacán
Desde 2006, Michoacán no ha tenido paz: el secuestro de vehículos para incendiarlos y usarlos como barricada, ha sido una práctica común de los grupos criminales.
Todavía el pasado lunes, la entidad vivió otro episodio de esa ya larga historia de ataques perpetrados por los cárteles de la droga, como una estrategia para generar terror y dificultar la reacción de fuerzas federales y policiacas, así como de sus adversarios.
De acuerdo con los reportes de las áreas de seguridad estatal, en pocos minutos los delincuentes cerraron la Autopista de Occidente (México – Guadalajara), a la altura de la caseta de Zinapécuaro, tras un enfrentamiento a balazos entre presuntos integrantes de células criminales, y realizaron cortes a la circulación en esa vía de circulación y otros caminos secundarios.
La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) reportó al menos cuatro bloqueos con vehículos sinestrados, en los tramos Acámbaro – Morelia, Huajúmbaro – Celaya, en los límites de Michoacán y Guanajuato, así como en la autopista, tramo Maravatío – Zaplotanejo.
“Se recomienda evitar la zona hasta que las autoridades así lo indiquen”, alertó la dependencia federal a través de sus redes sociales, ese lunes al medio día.


Por la tarde, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP) informó haber tomado control de la situación y restablecida la circulación vehicular, tras un despliegue operativo que, además, permitió detener a dos personas “que se presume podrían estar relacionados con estos eventos” – según el comunicado oficial emitido -.
A los detenidos les fueron aseguradas cinco granadas de fragmentación, calibre .40 – que tienen un perímetro de destrucción de cinco metros –, así como armas de fuego y cartuchos.
En la acción operativa también fueron asegurados 10 vehículos, uno con blindaje, y se ubicó un campamento supuestamente utilizado por una célula criminal y donde había cuatro cuerpos sin vida, los cuales presentaban lesiones por impactos de arma de fuego.



Hasta el momento, ninguna autoridad había informado si las personas encontradas abatidas a balazos tendrían alguna relación con los narcobloqueos de ese día.
Ataques incendiarios, su sello
Un recuento de Primera Plana MX, arrojó que desde el año 2006 comenzó a intensificarse en Michoacán la práctica del secuestro y quema de vehículos por parte de grupos criminales.
Ese año incursionó en la escena criminal del estado, el cártel de La Familia Michoacana – después Caballeros Templarios -, el cual hizo común esos ataques durante la década en la que impuso su dominio en el territorio estatal.
Desde entonces, no ha habido un año sin que se registre al menos un ataque de este tipo en las ciudades o carreteras de la entidad, pero el más cruento ocurrió en diciembre de 2010, cuando sicarios incendiaron casi un centenar de vehículos en la región de Apatzingán y otros puntos de la entidad, cuando la entonces Policía Federal incursionó en esa localidad para atacar refugios claves de dicho cártel.




Tras la refriega, que se prolongó durante tres días con artillería disparada, incluso, desde el aire con helicópteros Black Hawk, el gobierno federal – encabezado por Felipe Calderón – dio a conocer que había sido abatido Nazario Moreno, alias “El Chayo”, máximo líder de La Familia Michoacana.
La afirmación resultó falsa. En 2013 trascendió que El Chayo seguía vivo y fue hasta el 2014 cuando finalmente soldados lo ubicaron y dieron muerte en una zona serrana de Tumbiscatío.
A la muerte de Moreno le siguieron otros abatimientos o capturas que minaron la estructura del cártel templario, pero no así la práctica de los narcobloqueos, que otras células criminales han adoptado y mantenido hasta la fecha.
Peor aún: ya también estudiantes normalistas hicieron suya esa práctica y escrito su propio historial criminal de cierre de vialidades y la quema de vehículos con bombas que ellos mismos fabrican.

