Cultura Empresarial

Ya sea con la familia, con los hijos, con el marido, con las mascotas, con el trabajo y con diferentes causas, pero queda claro que las mujeres sabemos comprometernos. El problema viene cuando nos comprometemos con todo lo que está allá afuera, pero no nos comprometemos con nosotras mismas.

En esta oportunidad de poder brindar acompañamiento a mujeres que son excelentes amas de casa, emprendedoras que no se rinden o grandes empresarias, he notado que existe un factor en común y éste es que a las mujeres a veces se nos olvida ser nuestra prioridad y eso está relacionado directamente con el compromiso.

A lo largo de la vida vamos adquiriendo compromisos con los otros, pero ¿qué es lo que nos motiva a comprometernos? Puede ser alguna necesidad, el sentido de pertenencia, compartir ciertas ideologías, obtener ciertos beneficios y el cariño que formamos en el vínculo con los demás.

Cuando se trata de beneficios, vamos y firmamos el contrato para obtener algún servicio a cambio de pagar en tiempo y forma; por ejemplo. Cuando se trata de amor, vamos y firmamos el acta de matrimonio a cambio de lealtad y de acompañamiento en las buenas y en las malas.

Lo curioso es que andamos haciendo compromisos con todo mundo antes que hacer (y cumplir) los compromisos con nosotras mismas.

Conozco mujeres que al final del día atendieron a todos y se quedan frustradas porque una vez más no tuvieron ni siquiera 5 minutos para ellas mismas ¿y qué es lo que sucede cuando esta frustración se va acumulando? se va convirtiendo en enojo, tristeza y cansancio y esto, a la larga, puede desencadenar en un síndrome del quemado, mejor conocido como “burn out”; depresión, ansiedad y repercutir enormemente en el amor propio porque, cada vez que nos dejamos al último, cada vez que no nos cumplimos lo que nos prometimos nos estamos diciendo indirectamente que no somos merecedoras.

El que las mujeres seamos nuestra prioridad y cumplamos los acuerdos que hacemos con nosotras mismas en un mundo donde se nos exige ser “mujeres maravilla” implica aprender a poner límites a los demás (y obviamente a nosotras mismas); trabajar en romper con los mandatos sociales de ser perfectas en nuestros roles de madres, hijas, esposas, trabajadoras; aceptar nuestra propia belleza sin compararnos con los modelos que nos imponen las industrias del espectáculo; trabajar en nuestro autoconocimiento y autocuidado personal y seguir practicando la sororidad, de esta manera podremos aprender a tener un equilibrio en nuestras diferentes facetas y tener una vida mucho más plena y feliz.

La autora es Terapeuta Holística

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